Con relativa discreción que ilustra las posiciones que mantienen separada a las dos comunidades que configuran su población, la provincia británica de Irlanda del Norte celebra hoy el centenario de su creación.
Irlanda del Norte es una región británica nacida el 3 de mayo de 1921, cuando Irlanda se independizó del Reino Unido y la parte norte de la isla quedó dividida entre republicanos católicos y unionistas protestantes, enfrentados durante 30 años de sangriento conflicto.
Los unionistas, mayoritariamente protestantes, y los republicanos, partidarios de la reunificación con la República de Irlanda, principalmente católicos, llevan décadas enfrentados.
Esas tensiones se vieron agravadas recientemente por los cambios vinculados al Brexit, que en las últimas semanas provocaron violentos disturbios y la dimisión de la jefa del gobierno local, Arlene Foster, del partido unionista ultraconservador DUP.
"El centenario de Irlanda del Norte es, por su propia naturaleza, motivo de división", dice Jonathan Evershed, profesor del University College Cork.
En su opinión, "simplemente no hay manera de conmemorar a Irlanda del Norte de una manera reconciliadora o inclusiva".
Incluso hoy en día, los republicanos se refieren a menudo a su provincia como "el norte de Irlanda" y describen su creación como la "partición", en la creencia profundamente arraigada de que la frontera fue impuesta de forma ilegítima.
Esta profunda división estuvo en el corazón del sangriento conflicto que se cobró unas 3.500 vidas a lo largo de 30 años, antes de que se alcanzara un acuerdo de paz en 1998.
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"Irremediablemente opuestos"
A pesar de esta frágil paz, los republicanos, también llamados nacionalistas, siguen decorando sus casas con la bandera tricolor irlandesa, señal de que se consideran ciudadanos de una Irlanda ocupada por una potencia extranjera.
Por otro lado, los enclaves unionistas de algunas ciudades están adornados con banderas británicas o murales que celebran a la familia real británica.
En este contexto, cada victoria de un bando supone una pérdida de terreno para el otro, ya que sus puntos de vista son "irremediablemente opuestos", dice Evershed.
Por eso son polémicas las celebraciones del centenario propuestas por el gobierno, basadas necesariamente en la idea de que Irlanda del Norte pertenece al Reino Unido y tiene a la reina Isabel II como jefa de Estado.
El programa del gobierno local incluye actos que supuestamente reconcilian a ambas partes, como un servicio religioso interconfesional y la creación de un "fondo de historia compartida".
Pero aunque el gobierno quiere "resaltar la fuerza y la belleza de las diversas identidades de la provincia", algunos gestos simbólicos pueden enfurecer a los republicanos.
"Los unionistas y los nacionalistas tienen una comprensión diferente del pasado -conmemoran cosas distintas y lo hacen de manera diferente- porque tienen visiones opuestas del futuro político", analiza Evershed.
Sacudido por el Brexit
Sobre todo porque el centenario llega en un momento en el que las tensiones subyacentes se reavivaron con la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
Para evitar reimponer una frontera física con la República de Irlanda, Irlanda del Norte sigue aplicando las normativas de la UE.
Por eso, se establecieron controles a las mercancías procedentes de Gran Bretaña.
La comunidad unionista, que los interpreta como una separación administrativa del resto del Reino Unido, se sintió traicionada por Londres y desató violentos disturbios en varias ciudades a principios de abril.
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Y la primera ministra y líder unionista, Arlene Foster, se vio obligada por los suyos a anunciar su dimisión, abriendo un periodo de incertidumbre política.
En este tenso contexto, dos de los principales partidos republicanos (Sinn Fein y SDLP) boicotearon la planificación de las conmemoraciones.
"No celebraremos esta partición que representa un fracaso para el pueblo de esta isla", dijo Michelle O'Neil, líder provincial del Sinn Fein.
Por otro lado, algunos unionistas, que recientemente han perdido su histórico control sobre el parlamento local, están igualmente descontentos con el tono neutral del gobierno de Londres.
Por ello, Evershed habla de un centenario "desafortunado", tanto para los unionistas, que "celebran el centenario de un Estado a su imagen y semejanza pero en el que ya no se sienten seguros", como para los republicanos, "obligados a constatar que la frontera a la que siempre se han opuesto sigue existiendo".
Algo de historia
Colonizada por vikingos y después por normandos antes de ser retomada por la corona británica, la isla de Irlanda quedó adscrita al Reino Unido a partir de 1801.
Las tensiones ligadas a esta dominación condujeron a dos años de "guerra de independencia" (1919-1921) entre el Ejército Republicano Irlandés (IRA) y las fuerzas británicas.
El conflicto desembocó en la partición de la isla: el Estado libre de Irlanda y la región de Irlanda del Norte, que siguió formando parte del Reino Unido con Belfast como capital.
A partir de 1968, surge el "Movimiento de los derechos cívicos", impulsado por la minoría católica contra las discriminaciones.
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Comienza en 1969 un periodo conocido como "Troubles" (conflictos), marcado por los atentados perpetrados por una facción clandestina del IRA y la reacción de las milicias extremistas protestantes.
En agosto de 1969 se despliegan en la región las tropas británicas, que dos años después recluyen a presos sin juicio y recurren a técnicas de interrogatorio descritas después como tortura.
El domingo 30 de enero de 1972, en el barrio católico de Bogside en Londonderry, soldados británicos abren fuego contra los participantes de una marcha pacífica y causan 14 muertos.
Dos meses después de este "Bloody Sunday", Londres suspende las instituciones irlandeses y retoma el control de la región.
Los enfrentamientos y atentados se prolongan por tres décadas en que mueren más de 3.500 personas. El 10 de abril de 1998, los gobiernos de Londres y Dublín y los dirigentes republicanos y unionistas llegan al histórico acuerdo de paz del Viernes Santo.
Tres años de estancamiento
El acuerdo prevé dividir el poder entre el bando protestante y el católico.
El Democratic Unionist Party (DUP) congrega a los protestantes unionistas demócratas y los republicanos nacionalistas católicos forman el Sinn Fein, exbrazo político del IRA, en unas instituciones regionales semiautónomas (parlamento y gobierno).
En enero de 2017, esta coalición se rompe por un escándalo político-financiero. Esto lleva a la suspensión durante tres años del gobierno descentralizado de Irlanda del Norte.
En las elecciones británicas de diciembre de 2019, la provincia elige por primera vez en el Parlamento de Westminster a más diputados republicanos partidarios de la reunificación con Irlanda que unionistas del DUP, apegados a la corona británica.
En enero de 2020, se reanuda el funcionamiento de la asamblea de Irlanda del Norte y se nombra a un gobierno.
Irlanda del Norte, con 1,9 millones de habitantes, 3% de la población británica, comparte una frontera terrestre de 500 km con la República de Irlanda.
El Brexit sacudió el frágil equilibrio en la región, con la imposición de controles aduaneros entre el Reino Unido y la Unión Europa. Para evitar el regreso de una frontera física en la isla, los controles se trasladaros a los puertos norirlandeses, aplicándose a las mercancías procedentes de la isla de Gran Bretaña.
Esto provocó en los unionistas un sentimiento de separación del resto del Reino Unido y dio lugar a diez días de violentos altercados a principios de abril.
Crisis de gobierno
Víctima de una rebelión interna en su partido debido a las tensiones creadas por el Brexit, la primera ministra norirlandesa, la unionista Arlene Foster del DUP, anunció el pasado miércoles que dejará la dirección de la formación en mayo y la jefatura del gobierno local a finales de junio.
El partido comenzó inmediatamente el proceso interno para remplazarla, pero su nuevo líder necesitará el respaldo del parlamento regional, y por lo tanto del Sinn Fein, para ser nombrado primer ministro.
La vice primera ministra norirlandesa, Michelle O'Neill, del Sinn Fein, pidió al futuro dirigente del DUP, una formación muy conservadora, que tenga en cuenta "que el paisaje político en nuestra isla ha cambiado".