El escenario de la violencia | El Nuevo Siglo
Miércoles, 2 de Mayo de 2018

“Muchos quieren llegar al poder para vengarse”

Los aspirantes a la presidencia de la República suscribieron un “pacto” por la no violencia como colofón al debate  entre ellos surtido sobre economía y salud, capítulo de la campaña que coincidió, curiosamente, con la denuncia que el director del Instituto de Medicina Legal, en una audiencia pública de Rendición de Cuentas a la Ciudadanía hizo, alarmando con la noticia que  alude no solamente a los conflictos intrafamiliares, las agresiones sexuales a menores, sino también,  al incremento  de la guerra política en algunas regiones del país, acontecimiento que pone de relieve el fracaso del Acuerdo de Paz que por mayoría se rechazó durante el plebiscito que el presidente Santos Calderón convocó para dejarle al país una histórica herencia trascendental.  

Por supuesto que lo que sorprende es que muchos de quienes repudiaron el Acuerdo de Paz y votaron negativamente su aprobación, ahora ¡se comprometan en un “pacto” de paz!, dentro de un marco referido a la economía y la salud. La política es cínica.

Esa alusión a la salud llega como anillo al dedo respecto de un análisis que, acerca de la violencia se hará en un evento  patrocinado por la Asociación Psicoanalítica Colombiana,  que coincide en su escenario en la Clínica Monserrat  con la obra teatral “La Paz” de Aristófanes  y con el acuerdo aquí aludido, en el cual se compromete el Estado a una Política de Salud Mental para  tratar de corregir la tara emocional que  afecta a esta sociedad desde sus orígenes coloniales y guerra de independencia, violencia que los partidos políticos tradicionales han venido auspiciando y no rectificando.

Claro que, antropológicamente hablando, la violencia hay que investigarla míticamente y de ahí derivar sus secuelas. El factor que la impulsa “socialmente” es la coacción y esa facultad de castigar con fuerza o violencia se registra como modelo en el Antiguo Testamento, a partir del destierro de Adán y Eva o la condena a perpetuidad a Caín, un resentido que explotó por su complejo depresivo, derivado de la discriminación que sus “padres” le hacían.

De todas maneras, lo cierto es que estamos bailando en la “cuerda floja”.  Muchos de quienes aspiran al poder, en su consciente oculto o “inconsciente pervertido”, quieren llegar gobernar para satisfacer sus instintos de venganza y así reivindicar unas pasiones mórbidas, malsanas, peligrosas que invaden su espíritu o psiquis. Son los Hierocles de Colombia.

La aventura de Trigeo, relatada con su vocación por la Paz que caracterizó al dramaturgo y maestro Aristófanes, lleva a suponer que para acabar con esta guerra de “Pelo pon eso”, sano seria conseguir un “Pegaso” que permita caerles encima a todos los que, como lo denuncia el griego, incentivan la guerra para  obtener del conflicto muchos beneficios, especialmente vendiendo armas a unos y a otros, delito que se debería perseguir más que el simple tráfico de drogas explotado para pagarle a los fabricantes del odio.