Disidencias de Farc, riesgo creciente | El Nuevo Siglo
Miércoles, 22 de Mayo de 2019
  • La advertencia del Comandante de las FF.MM.
  • Esfuerzo castrense e institucionalidad territorial

 

 

El crecimiento de las disidencias de las Farc no se detiene, confirmando el error cometido en el anterior gobierno cuando la Casa de Nariño no consideró prioritario que la Fuerza Pública se lanzara de lleno a copar el territorio dejado libre por los contingentes de esa facción subversiva que aceptaron desmovilizarse.

Como se sabe, algunos sectores insurgentes que no se sometieron al accidentado proceso de paz así como la guerrilla del Eln, bandas criminales organizadas y carteles narcotraficantes aprovecharon ese yerro estatal y entraron a sangre y fuego a muchas de esas zonas en pos de adueñarse de los negocios ilícitos de drogas, minería ilegal, deforestación, contrabando, extorsión, secuestro y otra serie de delitos de alto impacto.

Esa circunstancia conllevó a un rápido reciclaje de la violencia regional y local, que tiene en la racha de asesinatos de líderes sociales una de sus principales evidencias.

No es gratuito, entonces, que la estrategia de seguridad de la actual administración presidencial se fijara como prioridad la recuperación y consolidación del predominio de la autoridad legítima en las zonas dejadas libres por las Farc. No es una tarea fácil y prueba de ello es lo advertido por el comandante de las Fuerzas Militares, general Luis Fernando Navarro, en entrevista dominical con este diario.

Según el alto oficial, la información consolidada por la Fuerza Pública permite concluir que esos grupos disidentes de las Farc están integrados hoy por hoy por cerca de 2.300 efectivos en armas y unos 1.400 en redes de apoyo al terrorismo, “dedicados a la consecución de recursos a través de economías ilegales, como el narcotráfico, la extorsión y la explotación de yacimientos mineros, entre otros”.

De acuerdo con el general Navarro, se ha identificado la presencia de estas facciones en algunos municipios de Cauca, sur del Meta, Guaviare, la región del Catatumbo, en Norte de Santander, Arauca y nordeste de Antioquia. Para el Comandante de las Fuerzas Militares hay un plan de despliegue de estos grupos residuales que buscan retomar bastiones territoriales de las antiguas Farc que no han podido conquistar debido a la acción permanente de control que realizan allí las Fuerzas Militares, que incluso ya les han asestado golpes fuertes como el abatimiento de los  cabecillas ‘Rodrigo Cadete’ y ‘Guacho’.

Si nos atenemos a las cifras oficiales sobre el pie de fuerza que hoy tendría el Eln, que estaría alrededor de 2.000 hombres-arma, no sería aventurado concluir que las disidencias de las Farc se habrían convertido ya en la facción armada ilegal más grande y peligrosa del país, pese a tener menos de tres años de operación autónoma.

Es más, esa superioridad de las disidencias sobre el Eln sería aún mayor si se tiene en cuenta que, como lo han indicado varios informes publicados por este Diario, la mitad del pie de fuerza de la segunda guerrilla estaría hoy en Venezuela, en donde no solo la dictadura chavista y sus Fuerzas Militares toleran su presencia, sino que incluso esos grupos ilegales colombianos participan de operaciones contra los enclaves de la oposición al régimen de Nicolás Maduro.

Así las cosas, que las disidencias de las Farc tengan hoy más de 2.300 hombres armados no es un hecho menor. Todo lo contrario, pone de presente la gravedad del error en que se incurrió en la anterior administración presidencial, pese a que desde todos los flancos se advirtió en su momento que de nada servía firmar acuerdos de paz si el Estado no se lanzaba con toda su fuerza institucional y legítima a recuperar las zonas que por años e incluso décadas estuvieron bajo el imperio del terrorismo de las Farc.

Las Fuerzas Militares tienen hoy a los cabecillas de las disidencias como objetivos de alto valor y, de hecho, ya varios de ellos han sido abatidos o capturados. Sin embargo no se trata de una fase operacional de fácil consolidación. Todo lo contrario, está demostrado que estas facciones ilegales rehúyen el combate con las tropas estatales y prefieren guardar un bajo perfil para que sea más complicado detectar su accionar en cuanto a narcotráfico, minería ilegal, contrabando y otros delitos. También es evidente que mientras en algunas zonas combaten con el Eln y las bandas criminales estructuradas, en otras se han asociado, aumentando así su nivel de peligrosidad.

El país debe entender que estamos ante un nuevo y grave desafío a la seguridad y el orden público. La tarea denodada  de las Fuerzas Militares debe redoblarse y el Estado entender que detrás de las tropas debe llegar con toda su dimensión, y de forma permanente, la institucionalidad. De lo contrario, el esfuerzo castrense quedará a medio camino.