Francisco y la cruzada por la verdad | El Nuevo Siglo
Miércoles, 15 de Mayo de 2019
  • Más medidas contra casos de pederastia
  • La obligación de la denuncia inmediata

 

 

De las palabras a los hechos. Así se puede describir lo que ha sido la cruzada del Papa Francisco contra los casos de abuso sexual cometidos al interior de la Iglesia en las últimas décadas. En sus cinco años de pontificado el cardenal argentino ha tomado múltiples medidas para evitar que estos atropellos cometidos por integrantes de la jerarquía eclesiástica queden en la impunidad y las víctimas no sean reparadas efectivamente.

La lucha abierta contra la pederastia y la estrategia de ocultamiento que por décadas primó en la Iglesia ha tenido en el actual titular del Vaticano a su más firme y drástico impulsor. Ya no se trata tan solo del mea culpa y la petición de perdón, sino de una actitud decidida para que los agresores de niños, jóvenes e incluso adultos sean expuestos ante sus superiores, la feligresía y la justicia civil para ser procesados y castigados de forma ejemplar.

Si bien es cierto que los escándalos de pederastia se han convertido en la peor mácula en la imagen del catolicismo en las últimas décadas, y que anteriores pontífices habían tomado algunas medidas para hacerle frente al alud creciente de denuncias, fue el papa Francisco, desde el día uno como máximo titular del Vaticano, quien decidió llevar esa cruzada hasta sus últimas consecuencias en pos de la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de la no repetición a las miles y miles de víctimas en todo el planeta. Cardenales, obispos y sacerdotes han sido apartados de la Iglesia por estar involucrados en abusos sexuales o el encubrimiento, pasivo o activo, de los mismos. Sus casos han sido remitidos por la justicia canónica a la jurisdicción civil y ordinaria para que los responsables sean juzgados con la máxima severidad penal, sin ningún tipo de flexibilidad especial. Y no solo ello: la orden del Pontífice ha sido enfática en torno a que corresponde a cada Diócesis ponerse al frente del acompañamiento de las víctimas en esas causas judiciales, como una muestra evidente y tangible de arrepentimiento y corrección institucional por el grave desvío cometido por algunos de sus integrantes.

Como se dijo, el Vaticano sigue firme en su cruzada, razón por la cual días atrás dio un nuevo y definitivo paso en la lucha contra los escándalos de pederastia y abuso sexual en la Iglesia. Esta vez el máximo jerarca de la Iglesia Católica decidió introducir un cambio clave en la legislación canónica: la obligación a todos los integrantes de la organización eclesiástica, desde clérigos hasta los máximos cargos, de denunciar ante sus superiores la más mínima sospecha de un caso agresión sexual o acoso al interior de la Iglesia. En un mensaje titulado "Ustedes son la luz del mundo", el Pontífice pone de presente una vez más que estos atropellos son de extrema gravedad, no solo por el inconmensurable daño infringido a las víctimas, sino porque esa clase de comportamientos va en contra de todos los valores y principios fundacionales de la fe cristiana, razón por la cual no hay lugar a la más mínima contemplación, complicidad ni flexibilidad con los perpetradores y cómplices.

La directriz papal también ordena que todas las diócesis a nivel mundial cuenten con un sistema de fácil acceso para que los feligreses presenten denuncias de potenciales casos de abusos sexuales. Denuncias que deberán ser examinadas en menos de tres meses y, de encontrarse mérito, tiene que procederse de inmediato a la apertura de un proceso investigativo ágil y transparente que garantice los derechos de las víctimas. 

El papa Francisco ha sido claro en que esta cruzada tiene dos enfoques claros. El primero, acabar con cualquier asomo de impunidad a los agresores sexuales al interior de la Iglesia. Y, segundo, adoptar nuevos procedimientos de control preventivo para evitar que casos tan vergonzantes y que desdicen de la doctrina católica se vuelvan a repetir. Por eso se considera una grave infracción desde la posesión de pornografía infantil hasta cualquier forma de acoso o violencia sexual, ya sea ejercida contra niños, jóvenes o adultos, o también contra otros religiosos o religiosas. Igualmente cualquier acto que interfiera o busque ocultar a los responsables de tan bajas acciones, será gravemente sancionado.

Como se ve, la cruzada por la verdad que encabeza el papa Francisco no se detiene. Avanza a pasos agigantados. Justicia para las víctimas, castigos a abusadores y encubridores así como prevención para erradicar esta mácula, van de la mano bajo su férreo liderazgo.