Fuera de control | El Nuevo Siglo
Sábado, 25 de Mayo de 2019

TODAS las alarmas están prendidas. La diaria invasión de millares de venezolanos a nuestro territorio se está convirtiendo, con el pasar de los días, en el mayor dolor de cabeza de la región y en la más cruda amenaza a nuestra propia estabilidad como país y como nación.

En su última intervención nuestro canciller Carlos Holmes Trujillo, destaca los graves problemas que de toda índole se nos están presentando a lo largo de la frontera colombo-venezolana y en las principales ciudades del país en donde se han asentado hoy un millón quinientos mil venezolanos, número que amenaza triplicarse durante los próximos dos años de continuar la estampida de quienes huyen de la dictadura y la hambruna.

El costo para Colombia es inmenso en términos no solo financieros, sino de salubridad. Desde la Guajira hasta Nariño y la misma Arauca y Casanare ya se están apreciando falta de alimentos y escases de atención en salud pública porque los venezolanos están copando casi todos los espacios.

Colombia necesita con urgencia el apoyo internacional, no solo de los países vecinos, sino de los Estados Unidos y de Europa, así como de los organismos multinacionales como la ONU, la OEA y la Cepal. Solo Siria, en África, supera a Colombia en estos sufrimientos migratorios. El gobierno colombiano, así como las administraciones regionales, están haciendo grandes esfuerzos para ayudar, pero éstos han sido superados por la crisis.

Lo más delicado del asunto es que el gobierno chavista de Maduro no solo parece ignorar la crisis, sino, agresivamente ataca a Colombia acusándola delirantemente hasta el punto que en su última intervención televisiva “denunció” que nosotros le estábamos robando el café venezolano para exportarlo como propio.

Los colombianos debemos darnos cabal cuenta de esta amenaza, que puede comprometer seriamente nuestro propio futuro.

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Nuestro alcalde Mayor, Enrique Peñalosa, no logra el apoyo de sus gobernados y sus principales propósitos se están viendo entorpecidos desde todas las latitudes. Su esfuerzo por llevar el Trasmilenio a lo largo de la carrera séptima ha sido abruptamente suspendido por un juez que le exige más estudios técnicos y financieros, como si fueran pocos los que hasta la fecha nos ha costado a los bogotanos más de treinta mil millones de pesos.

Las pérdidas por esta suspensión de obras serán cada día más considerables. Entre tanto los concejales, habidos de “mermelada” le obstaculizan cualquier iniciativa para mejorar la movilidad de la ciudad y con ello el bienestar de sus habitantes. ¡Por favor! los que nos subimos en el Trasmilenio pasamos horas enteras no solo esquivando huecos, sino prisioneros del trancón. Sin contar las incomodidades que significan ser tratado como bultos o animales de carga.

Adenda:

Definitivamente el presidente Donald Trump está cada día más desquiciado. Ahora se ha dedicado a enfrentarse a los demócratas quienes, también obstinada e irresponsablemente, quieren hacerle un juicio político como en su momento se lo intentaron hacer a Richard Nixon. Las cuitas de Trump no son realmente tan graves como Watergate, pero están causando graves problemas de gobernabilidad en la administración estadounidense. Y pensar que todo parece indicar que su reelección está asegurada por el buen desempeño de la economía.