El pasado gobierno creó un organismo judicial exclusivo para el juzgamiento de personas comprometidas con el conflicto armado para resolver la necesidad de verdad, justicia y reparación a través de la confesión de todos aquellos que cometieron crímenes en nombre de una guerra, bien sea de los guerrilleros de las Farc como de las fuerzas militares.
Esta nueva institución, producto de los acuerdos de paz, lleva dos años y medio y no ha juzgado a nadie. Se presentaron unos tres mil quinientos ex Farc y unos dos mil militares, unos cuantos colados y otros avivatos. Pero este tribunal no desata nada aun y sus cientos de funcionarios nos cuestan a los colombianos doscientos mil millones de pesos anuales.
El mayor número de acogidos que han pasado por la JEP son los militares, pero los grandes criminales le han sacado el cuerpo, aun cuando sus magistrados en gran parte de la composición de esa Corte son juristas de izquierda, cuya lectura al país ha sido un Tribunal de bolsillo para favorecer a los exguerrilleros y condenar a los militares.
Ahora bien, Colombia y la comunidad internacional se preguntan: ¿Qué ha pasado con los jefes de la guerrilla, no hay uno solo que haya sido condenado así fuera a un año de cárcel? El caso de “El paisa” es uno de los más repugnantes de la justicia, un hampón homicida, violador de menores, secuestrador, terrorista, narcotraficante, ladrón y en fin todo tipo de delitos de lesa humanidad, con 26 condenas y un número de años en prisión que lo tendrían encerrado el resto de su existencia, al parecer está impune. Casos parecidos como el de Iván Márquez, Romaña, Santrich y, bueno, un gran número de esos criminales que hoy siguen delinquiendo y gozando de plena libertad, disfrutando de sus enormes fortunas adquiridas por el delito, están en igual situación.
El caso Santrich es alarmante y sin explicación alguna. Fue sorprendido in fraganti en negociaciones con droga, grabado y acusado por su socio, el sobrino de Iván Márquez. Reclamado por los Estados Unidos legítimamente según acuerdos entre ambos países, pero la JEP le ha hecho el juego y aunque se encuentra detenido, aun la presión norteamericana y el interés del gobierno, este Tribunal no toma decisión alguna.
De otra parte, “El paisa” e Iván Márquez se burlan repetidamente del acuerdo, del país y del mundo sin que nada pase. Entonces la pregunta que el ciudadano del común se hace es: ¿para que sirve la JEP? Pregunta sin respuesta. Colombia es un país sin justicia, es lamentable que un acuerdo que favorece a quienes tanto daño le hicieron a la población, tampoco haya servido para la verdad, justicia y reparación. Es imperdonable que los colombianos paguemos tan alto costo político, jurídico y económico para algo que se convirtió en una farsa.