Peligrosa lucha de poderes | El Nuevo Siglo
Miércoles, 22 de Mayo de 2019

Las circunstancias y los hechos que ha vivido el país en los últimos días, exigen decisiones de fondo que no dan espera, si no queremos exponernos a grandes afectaciones del orden institucional con inmensas repercusiones en lo económico, social e internacional. En mi opinión, más allá de los hechos puntuales que se han presentado, lo que estamos viviendo es un enfrentamiento entre las tres ramas del poder público que parecieran estar compitiendo por cuál de ellas tiene mayor poder.

La institucionalidad de una nación se soporta en la independencia de sus tres ramas pero bajo un marco de búsqueda de objetivos comunes, y por ello esta institucionalidad no sólo se ve afectada cuando falla la necesaria independencia entre las ramas, sino también cuando éstas actúan desprovistas de un marco común de objetivos que representan la esencia de la nación a la que sirven. En estos dos elementos reside la magia de la teoría de los pesos y contrapesos que hacen fuerte las instituciones, pues por un lado se requiere de independencia y autonomía para evitar el abuso o la concentración de poder, pero por el otro se requiere de un marco común de actuación que es el que define la necesaria articulación de las diferentes ramas para el logro de los objetivos superiores.

En el caso de Colombia siento que éste último elemento se está perdiendo, pues en lugar de observar tres ramas que trabajan por un mismo objetivo desde sus competencias e independencia, percibo que cada rama está desplegando sus funciones dentro de una lucha de poderes que más allá de contribuir al cumplimiento de los objetivos comunes busca reivindicar una posición o postura de poder. Para comprobar lo anterior basta observar la suerte que ha tenido en las relaciones Congreso – Ejecutivo – Justicia el trámite de las objeciones sobre la JEP, en las relaciones Ejecutivo – Congreso lo que ha venido pasando con la agenda legislativa y en las relaciones Ejecutivo – Justicia el reciente caso de Santrich.

Álvaro Gómez Hurtado ya hace muchos años nos decía que si no llegábamos a un Acuerdo sobre lo Fundamental iríamos hacia un abismo y es lo que nos está pasando. La falta de gobernabilidad, que no se ha podido construir para garantizar un mínimo de acción política, y el juego de “ping pong” que vemos en todas y cada una de las decisiones que involucran las diferentes ramas, están afectando de manera seria nuestra institucionalidad. Es hora de que todos los grupos y fuerzas que representan el liderazgo del país actúen con responsabilidad e inteligencia de Estado si no queremos ver a una Nación con mayores dificultades que las que hoy tenemos. Éste llamado es de urgencia, pues ya son muchos los colombianos que han entrado en una etapa de pesimismo y cuando se pierde la confianza retomar el rumbo se hace muy difícil.

En este contexto, el Presidente de la República debe tomar el liderazgo que como primera autoridad del Estado le corresponde para hacer éste Acuerdo sobre lo fundamental y así garantizar un Estado en el que sus tres ramas actúen con independencia pero bajo un marco común que representan los ideales de nuestra Nación y no una posición de poder que poco bien le hace a los colombianos.