“América Unida” | El Nuevo Siglo
Martes, 5 de Mayo de 2020
  • La nueva consigna de Trump
  • ¿Saldrá Estados Unidos de la polarización?

 

Cada día que pasa la campaña presidencial de los Estados Unidos se torna más dramática y controversial. Nunca, desde luego, el país norteamericano se había visto abocado a realizar elecciones en medio de una situación tan aciaga como la que se vive actualmente en varios estados de la unión por cuenta del coronavirus. El presidente Donald Trump, en el lanzamiento de su candidatura anteayer, comparó el tema con lo vivido en la guerra civil norteamericana, cuando su correligionario, Abraham Lincoln, sorteó brillantemente el reto separatista y pudo mantener el vigor del país a partir de la unión y los propósitos nacionales conjuntos. Por eso Lincoln permanece como uno de los presidentes más queridos y se le tiene como una de los máximos emblemas históricos. No es extraño, pues, que sea un ejemplo a seguir.

Por supuesto, los retos de esa época eran diferentes a los de la salud pública de hoy, pero casi en la misma medida de entonces el Partido Demócrata ha planteado, desde que ganó Trump, un reto divisionista que casi ha llevado a una erosión insalvable de las instituciones norteamericanas. En efecto, sin poderse reponer de la derrota de Hillary Clinton, de lo que va a ser ya casi cuatro años, los demócratas han tratado por todos los medios de hacerle invivible el gobierno al presidente republicano y aun en mitad de la tragedia del virus mantienen ese propósito indeclinable. De hecho, llevan ya años, no haciéndole oposición, sino tratando de tumbarlo a como dé lugar.

El fracaso en ese objetivo ha sido evidente, pese a contar con un sinnúmero de medios de comunicación de tendencia demócrata en favor de meterle más combustible a la escalada. Pero en concreto el filibusterismo permanente, inclusive contando con las mayorías en la Cámara de Representantes, no ha logrado la desestabilización pretendida. Por el contrario, el presidente Trump siempre se ha mantenido alrededor del 45 por ciento de favorabilidad lo que, en términos constantes, no suele ser común para un primer mandatario de los Estados Unidos, donde son frecuentes las altas y bajas.

Inclusive, el Partido Demócrata se ha visto a gatas para encontrar un candidato presidencial viable y cuando lo tuvo a mano en la figura de Bernie Sanders, los mismos demócratas entraron en pánico por sus claras ideas de estirpe socialista. Fue entonces cuando el establecimiento partidista dio un viraje intempestivo hacia Joe Biden, un viejo conocido de la política norteamericana, mucho más manejable y maleable. En principio, todo pareció marchar sobre ruedas. Pero a poco de iniciarse en forma la campaña presidencial, la supuesta carta demócrata invencible se ha visto cercada de escándalos por todas partes. Ahora se busca con urgencia una mujer para el tiquete vicepresidencial a fin de intentar salvar la papeleta. Algunos demócratas, sin embargo, ya empiezan a pedir veladamente el retiro de Biden. Y no pocos querrían ver al alcalde Nueva York de candidato.

En tanto, el epicentro de la campaña presidencial pareciera girar en torno de si a China se le van a exigir responsabilidades o no en la manera como informó al mundo sobre la irrupción de la epidemia que en cosa de semanas se volvió planetaria. Trump ha tomado la delantera, cada vez dejando más en claro que muy posiblemente todo se debió a un mal manejo del laboratorio clave de Wuhan. Los chinos, por su parte, han reiterado su negativa, pero el gobierno norteamericano insiste en que se abran las compuertas del lugar a una visita de los mejores expertos del mundo para constatar las realidades de lo ocurrido. Frente a ello, los demócratas se han mostrado más bien tibios y en cierta medida han dejado de lado el escrutinio, incluso necesario para todos los países del mundo. Pero nada pierde, efectivamente, China con admitir la inspección y dejar de lado el interrogante que hoy se hacen ya varios líderes en todo el planeta. Mantenerse en la negativa sería, de otra parte, una muy mala señal frente a quienes solo quieren corroborar la verdad.

En medio de todo ello, Trump, quien siempre aparecía perdiendo en las encuestas electorales, ahora ha comenzado a repuntar en algunas. Como se sabe, en los Estados Unidos no cuenta, sin embargo, la votación global sino el voto de los colegios electorales, estado a estado, y la cantidad de delegados conseguidos para llegar a las mayorías consagradas en el umbral constitucional. Es ahí donde Trump se mostró bastante fuerte en las elecciones anteriores. Se sabe, de antemano, que no cuenta con simpatías en Nueva York y California al igual que la vez pasada, cuando en todo caso ganó de lejos la mayoría de colegios electorales. Pero su nueva consigna, como entonces la de Lincoln, es la de la unión. Ya no es pues solo la de “América Primero”, al estilo reaganiano, sino la de “América Unida” para sacar al país de la tragedia del coronavirus. ¿Logrará con ello parar la endemia de la polarización? Amanecerá y veremos…