Édgar Negret, ícono de la escultura moderna en Colombia | El Nuevo Siglo
Foto cortesía Banco de la República
Domingo, 17 de Mayo de 2020

EL UNIVERSO de las formas geométricas y lo abstracto con influencias clásicas y barrocas tan características de la obra de uno de los escultores más importantes de Colombia es recordada hoy con motivo del centenario de Édgar Negret, quien se ha interesado no solo por mostrar el mundo de la astronáutica, la ingeniería y la arquitectura contemporánea en sus piezas, sino también por la naturaleza, el arte y la cultura precolombina.

Negret fue uno de los primeros en transformar el concepto de escultura inyectándole su interés por la geometría, pero también por lo abstracto, trayendo esta nueva línea a Colombia en el siglo XX.

Nacido en 1920, el artista caucano descubrió la escultura moderna en su encuentro con el escultor vasco Jorge de Oteiza. Sus inicios fueron piezas hechas en yeso, en las que el artista abordaba temas mitológicos, religiosos y recreaba los rostros de poetas como Guillermo Valencia y Porfirio Barba Jacob. Escultura en las que Negret olvidaba los detalles y se ceñía a su idea de lo abstracto.

Durante un tiempo, el artista siguió empleando el yeso y la abstracción en cada una de sus piezas, entre las más destacadas está “Homenaje a Gaudí”, y “Columna conmemorativa de una masacre”.

El hierro también fue material de su preferencia en los años 50 cuando viajó a París, donde realizó esculturas en las que incluía algunas máquinas. Pero cuando se instaló en Nueva York, cambió el rumbo y algunos conceptos que tenía en mente, ya que según lo afirma el Banco de la República, quien tiene en su colección algunas de las obras del artista caucano, “su estadía en Estados Unidos (1955 a 1963) afectó sus esculturas en términos formales y también conceptuales, debido a la posibilidad que tuvo de entrar en contacto con comunidades indígenas de allí. Este intercambio cultural lo llevó a pensar en la forma como nos relacionamos con los objetos urbanos, concluyendo que estos últimos tienen también un componente mágico”.

Para esa época Negret realizó una serie bajo el nombre “Aparatos mágicos”, donde además de descubrir que el aluminio sería su material predilecto, empezó a usar colores como el azul, rojo, blanco y negro, sin dejar a un lado su pasión por las formas geométricas. Para la unión de sus piezas el artista comenzó a incluir tuercas y tornillos.

A principios de los años 60 el escultor regresó al país, donde empezaron los reconocimientos a su obra, ya que en 1963 ganó XV Salón de Artistas Colombianos con la pieza “Vigilante Celeste”, y algunos años después volvió a obtener el primer premio en el XIX Salón Nacional con la instalación “Cabo Kennedy”. 

Con obras como “Géminis”, “Acoplamientos” y piezas como templos, columnas y escaleras el caucano empezó a tomar como elemento el vació, es decir “el espacio interior da volumen a la construcción y, sobre todo, enriquece la composición que se convierte en un contraste permanente de formas metálicas y de formas espaciales, limitadas por el aluminio doblado”, señaló el Banco de la República.

Tomando como punto de partida el vacío, su obra se empezó a dividir en dos tipos de esculturas: los Navegantes, que tenían muy pocos puntos de apoyo y eran flotantes y, por otro lado, los Puentes, que eran piezas sostenidas entre dos puntos firmes.

Tiempo después con la serie “Los Andes”, el escultor comenzó a interesarse por la naturaleza colombiana y sus paisajes, sobre todo las montañas, ya que en las piezas se podían ver reflejadas sus características. Esta línea de creación fue la esencia de su producción durante los últimos años, abarcando soles, lunas, relojes solares y árboles, entre otros.

Estos elementos ahora reemplazaban ese elemento del vació con el que antes trabajaba, para darle paso a las inclinaciones para darle un volumen a las esculturas. Luego Negret gradualmente se va sumergiendo en el mundo de la pintura interesándose de las superficies, una etapa que demostró con obras como “Quipus”, “Las banderas del Inca” y las “Lagunas”, incluyendo en ellas el color sobre bases de aluminio, siguiendo así su eterno interés por la naturaleza y la cultura precolombina.

“Desde siempre, Negret se ha sentido atraído por la naturaleza y también desde hace mucho tiempo ha sido un estudioso y un coleccionista del arte prehispánico, pero una y otro sólo lo estimulaban para realizar sus esculturas, como una hermosa paráfrasis del mundo de las construcciones modernas. Los términos se han invertido y la gran mayoría de sus obras aluden al mundo natural o a las diversas manifestaciones artísticas y culturales precolombinas”.

Actualmente, son varias de las galerías y museos que se encargan de conservar y recordar el legado del escultor, que de la mano de Hugo Martínez González y Eduardo Ramírez Villamizar le dieron otro rumbo a la escultura en el país. Siete de sus obras se pueden disfrutar en la colección del Banco de la República, entre ellas está “Mapa”, de la serie Aparatos mágicos; “Edificio” y “Fetish”.

“En Popayán, la casa paterna del artista, construida en 1781, alberga la Casa Museo Edgar Negret y Museo Iberoamericano de Arte Moderno de Popayán- MIAMP, ubicado en la calle 5 # 10-23, sector histórico de la ciudad. Su colección fue donada por el escultor caucano y está compuesta por obras de diferentes artistas colombianos, latinoamericanos y de la Península Ibérica”, señala el Banco.