Manos en la masa | El Nuevo Siglo
Lunes, 18 de Mayo de 2020

Un Lamborghini, los excesos de gastos y un incremento patrimonial exagerado, fueron las pistas que siguió la fiscalía para meter en la cárcel a la familia Ambuila. El jefe del hogar, Omar Ambuila, trabajaba en la Dian con un sueldo de seis millones de pesos, pero con la ventaja de estar en el puerto de Buenaventura, por donde entra de todo al país, y sale también.

Había evidencias y pruebas suficientes para que fueran condenados papá, mamá e hija, pero el vencimiento de términos los salvó. Un juez de la República determinó la semana pasada que la familia debía quedar en libertad porque llevaban más de un año en la cárcel, sin que se les hubiera hecho un juicio.

En este país parecería que no hay posibilidad de que haya juicios que concluyan en condenas. Los bandidos logran acuerdos, pagar algo de cárcel y esperan con tranquilidad el vencimiento de términos. 

Es que en Colombia, la justicia, ni siquiera cojea.

Sin terminar de digerir el golpe de la familia vallecaucana, le dieron también en el transcurso del fin de semana, libertad al exrector de la Universidad Autónoma de Barranquilla, Ramsés Vargas. Este personaje tendría en su haber un supuesto desfalco por catorce mil millones de pesos. La universidad en quiebra, sin pagar el salario a los profesores y el rector comprándose una mansión en Miami, que le costó más de un millón de dólares.

Pero de nuevo, en segunda instancia, un juez le quitó la casa por cárcel y ahora puede volver a la calle a gozarse de la platica que recogió. Seguro terminará viviendo en Estados Unidos y disfrutando de la piscina que le dejó su paso por la universidad.

Porque vale la pena mencionar que tanto Ambuila como Ramsés, presentaron la justificación del por qué el aumento en sus patrimonios, y con ello, la “buena fortuna” que la vida les concedió, para tener un salario de un nivel y darse una vida, de otro nivel.

No sirve de nada que haya pruebas contundentes en contra de los bandidos en Colombia. Hay tantas alternativas en el sistema judicial, que la impunidad es la garantía, y bajo esa premisa los corruptos se roban la plata, porque tienen claro que no les va a pasar nada. Y la gente preocupada por el coronavirus. Mientras tanto, los corruptos se las arreglan para aprovechar y robarse los pocos recursos que quedan. Antes, por supuesto, que arranque la crisis económica y se les acabe el lujo de vida que llevan a costa de nuestros impuestos. Esos que pagan el salario de los Ambuilas, en la Dian.