Prórroga de la cuarentena | El Nuevo Siglo
Miércoles, 6 de Mayo de 2020
  • Diferentes concepciones sobre la epidemia
  • El Congreso sigue sin debatir lo fundamental

 

Durante los últimos tres meses, desde que se declaró por la OMS la pandemia del coronavirus, el mundo ha venido cambiando paulatinamente la concepción sobre el desenvolvimiento de la patología. En esa medida, igualmente, también ha modificado poco a poco las acciones a seguir y los criterios sociales al respecto.

Aunque desde luego todavía es prematuro para sostener en modo alguno que se tiene un conocimiento preciso sobre el desarrollo de la epidemia, parece claro, sin embargo, que las proyecciones iniciales sobre el número de contagios globales, así como de los fallecimientos derivados de la infección, resultaron demasiado altas frente a las realidades posteriores, al menos hasta el momento.

En efecto, los modelos primarios hablaban de un ritmo de contagio altamente exponencial, así como de un nivel de letalidad sin precedentes, lo que llevó de inmediato a establecer rígidas cuarentenas, al estilo de la antigüedad, frente a la imposibilidad de enfrentar la matriz virológica con una vacuna que inmunizara a la población y un tratamiento adecuado para los enfermos. En ese orden de ideas, se planteó el confinamiento y el aislamiento social como el único método a la mano para impedir, de una parte, el ritmo de contagio y de otra buscar lo que se ha dado en llamar el aplanamiento de la curva, es decir, desacelerar la llegada de los enfermos a los hospitales a fin de evitar el colapso del sistema, como en principio ocurrió en España e Italia.

A estas alturas, está claro asimismo que el virus suele afectar en forma más extendida a la población joven que, no obstante, tiene una recuperación con índices ampliamente mayoritarios. En la actualidad, más del 30 por ciento de los contagiados mundiales, en términos generales, se ha recuperado en un tiempo relativamente pronto frente a lo presupuestado, muchos de ellos con manifestaciones leves. En igual sentido, los niños tienen una muy escasa incidencia del virus y ya hay varias voces mundiales, tanto de científicos como de expertos sociales, que sostienen que, para este caso, las acciones de confinamiento no se compadecen con los criterios fundamentados en las estadísticas registradas y las realidades virológicas. Ni tampoco es claro el concepto de prevalencia asintomática ni de ser los menores de edad los agentes virulentos esenciales, como se pensó en un principio.

También es sabido que el impacto letal se produce en una buena proporción en los adultos, especialmente de 65 años en adelante. De hecho, en Colombia alrededor del 63 por ciento de fallecimientos obedece a este rango etario, por lo general, con enfermedades previas y una incidencia prevalente de la hipertensión arterial y la diabetes. En varios países europeos, donde la longevidad es superior, el promedio general de edad fatal del coronavirus se ha situado entre los 73 y 75 años.

Hoy en día en muchas partes del mundo, asimismo, y en particular en Italia y España, se ha abierto muy considerablemente el mecanismo de la cuarentena. En los Estados Unidos, donde se ha dado el 30 por ciento de los contagios del mundo, y el mayor número de decesos (más 75.000 en estos momentos), especialmente en la ciudad de Nueva York, varios gobernadores han ido levantado las medidas de aislamiento en casa. Otros países, como Suecia, no han recurrido a las cuarentenas y las autoridades han fundamentado su estrategia en el autocuidado y la disciplina colectiva, sin procedimientos obligatorios. Alemania, Taiwán, Corea del Sur, Nueva Zelanda, entre otros, han sido naciones, a su vez, que afincaron sus políticas de salud pública en hacer muchas pruebas y solo aislar socialmente a quienes dieran positivo.

En América Latina se mantiene la expectativa, puesto que el virus llegó algo más tarde y no se tiene certeza de cuáles son las circunstancias que puedan llevar al pico epidemiológico y cuándo comience a descender la curva, como en países de otras latitudes. En esa dirección, el gobierno colombiano decidió, ayer, ampliar la cuarentena obligatoria, con nuevas excepciones. En cierta medida hay una cuarentena parcial hasta el próximo 25 de mayo, aunque se mantienen todos los mecanismos de aislamiento social en los diferentes sectores económicos abiertos, ahora con parte de los comerciales sumándose a la construcción y la manufactura. De resto, la mayoría de la población seguirá en sus casas.

De esta manera lo que parece estar haciendo el Gobierno es una gradualidad de las restricciones mientras se van evaluando las cifras del contagio y los decesos. Si estas suben, de inmediato se volverá a las restricciones generales. No es esto lo que, ciertamente, está ocurriendo en México o Brasil, donde hay muchísimas más libertades. Aquí se ha adoptado una solución intermedia que, dependiendo de cómo se comporte el virus, exige mayores o menores grados de cuarentena.

Así las cosas, lo indispensable es que la situación de emergencia, que puede prolongarse, cumpla con las bases institucionales. En ese caso, el Congreso está muy lento en debatir los decretos de emergencia. Debatiendo legislaciones de otra índole parecería estar en un mundo diferente. Vamos para la segunda declaratoria de Emergencia Económica y Social, y ya es hora de que agote la discusión sobre la primera.