Editorial: Campanazos ambientales | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Junio de 2021

Un alud de informes de alerta desatendidos

Degradación natural afecta a 40% de población

No hay día en que no se dé algún campanazo en torno a la urgencia de que la humanidad dé un viraje sustancial en los patrones de comportamiento, consumo, uso y disposición de los recursos naturales. Sin embargo, pese a la proliferación de informes sobre el avance de la depredación del planeta y la degradación de muchos nodos ecosistémicos, es evidente que ese cambio de paradigma en los gobiernos y sus gobernados no se está produciendo con la dimensión, énfasis, decisión y velocidad que se requieren.

Si nos atenemos sólo a los reportes de las últimas dos semanas podemos evidenciar que las alertas son múltiples y en todos los flancos. Por ejemplo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Organización para Alimentación y la Agricultura llamaron al mundo a rehabilitar al menos mil millones de hectáreas de tierra degradada para 2030 y pidieron un compromiso similar con los océanos para garantizar la seguridad alimentaria y prevenir otras catástrofes. Esta última agencia también advirtió que las plagas destruyen cada año hasta un 40% de la producción global de cultivos, mientras que las enfermedades que padecen las plantas cuestan anualmente a la economía mundial más de 220 mil millones de dólares, y los insectos invasores al menos 70 mil millones. Igual se lanzó una alarma desde la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios para América Latina y el Caribe en torno a la urgencia de prepararse para una intensa temporada de huracanes, que por obvias razones tiene entre sus causas y agravantes al imparable cambio climático. A ello se suma que la Organización Meteorológica Mundial prevé temperaturas más altas en el hemisferio boreal del planeta durante este próximo periodo de junio a agosto, debido no solo a que terminó el fenómeno de La Niña sino a la profundización del calentamiento global. La misma entidad había prendido las alertas días atrás cuando indicó que por esta misma causa existe una probabilidad del 90% de que al menos un año entre 2021 y 2025 se convierta en el más cálido registrado en la historia… Por último pero no menos importante, también se reveló recientemente que la  naturaleza necesitaría una inversión de 8,1 billones de dólares de aquí a 2050 para contener exitosamente las emergencias interrelacionadas que amenazan al planeta y, por ende, a la humanidad…

Como se ve, no hay día o semana en que no se llame la atención sobre la necesidad de dar pasos en firme hacia el cumplimiento de pactos como el Acuerdo de París contra el cambio climático así como para aplicar políticas transversales de desarrollo sostenible que garanticen la protección ambiental. Sin embargo, muchas de esas alertas terminan cayendo en terreno infértil o simple y llanamente se les presta oídos sordos, en una actitud que no pocos expertos consideran suicida por parte de los estados y sus habitantes.

Sin embargo, no por ello se puede bajar la guardia. Por el contrario, las campañas para concienciar a todos los países y sus habitantes de la necesidad de repensar la interacción con la naturaleza y, por lo menos, frenar los ritmos de depredación de recursos, tienen que multiplicarse. Rendirse no es una opción dado el grave y creciente peligro que se enfrenta.

En ese orden de ideas, por ejemplo, es importante socializar al máximo el alcance de una nueva iniciativa sostenible, lanzada ayer con ocasión del Día Mundial del Ambiente. La ONU y múltiples organizaciones dieron vía libre al “Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas”. Se trata de un proyecto que aspira a rehabilitar de aquí al final de la década unos 350 millones de hectáreas de ecosistemas terrestres y acuáticos degradados. Si se logra ese objetivo, se podrían generar no menos de nueve billones de dólares en materia de servicios ecosistémicos, al tiempo que se eliminarían de la atmósfera de 13 a 26 gigatoneladas de gases de efecto invernadero.

Esta iniciativa no se puede quedar en el papel ni mucho menos como un programa de bajo impacto. Por el contrario, es urgente recordarles a todos los gobiernos que la degradación de la naturaleza ya está socavando el bienestar de 3.200 millones de personas en todo el planeta, es decir del 40 % de la humanidad, y el nivel de afectación crece día tras día.