Las autoridades brasileñas confiscaron 28,7 toneladas de aletas de tiburón que estaban destinadas a Asia, donde son consideradas una delicia culinaria, informó este martes la agencia de protección ambiental, en lo que afirma es posiblemente la mayor operación de ese tipo en el mundo.
El organismo ambiental Ibama estimó que unos 10.000 tiburones azules (Prionace glauca) y tiburones mako (Isurus oxyrinchus) fueron sacrificados para formar el enorme cargamento producto de la caza ilegal.
"Se trata, posiblemente, de la mayor captura en la historia de este tipo de producto", dijo en un comunicado el director de Protección Ambiental, Jair Schmitt.
Casi la totalidad de las aletas (27,6 toneladas) fueron incautadas a una compañía exportadora ubicada en el estado de Santa Catarina (sur), y el resto a otra empresa en el aeropuerto de Sao Paulo (sureste).
Pero otras firmas también son investigadas.
La pesca de tiburón está prohibida en Brasil, por lo que las embarcaciones usaban permisos de pesca de otras especies y excedían la carga en más del 80%.
Las 28,7 toneladas de aletas, dijo Ibama, "serían exportadas, ilegalmente, para Asia", donde son codiciadas para la preparación de sopas.
En Asia se cree que la sopa de aleta sirve para retardar el envejecimiento, mejorar el apetito, ayudar a la memoria y estimular el deseo sexual.
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Un kilo de aletas de tiburón puede costar hasta 1.000 dólares en los mercados de Asia oriental, según la ONG Wildlife Conservation Society (WCS). Este tráfico ilegal, que tiene su centro en Hong Kong, mueve unos 500 millones de dólares al año.
Ibama también acusó a las empresas de ocasionar la muerte de miles de aves marinas durante sus misiones de pesca, incluyendo algunas en peligro de extinción.
La caza indiscriminada ha provocado la "disminución drástica" de las poblaciones de tiburones en todo el mundo, advirtió el organismo. Brasil incluyó a fines de mayo al tiburón mako en su lista de especies en riesgo de extinción.
Pero activistas ambientales y protectores de animales obtuvieron una victoria en noviembre, cuando más de 180 países aprobaron una resolución para proteger tiburones, asestando un duro golpe al lucrativo tráfico de aletas.
El plenario de la COP19 de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) decidió casi por unanimidad, con reservas de Japón, regular el tráfico de 54 especies de las familias de tiburones réquiem (Carcharhinidae) y tiburones martillo (Sphynidae), los más traficados como ingrediente de sopa de aleta.