Santos: el incomprendido | El Nuevo Siglo
Martes, 13 de Junio de 2017

El Presidente Santos no cuenta con la simpatía y el cariño de los colombianos. Según recientes encuestas su popularidad no supera el 14%. En las calles se vive un sentimiento generalizado de insatisfacción frente al Gobierno y frente a la situación del país. Muchos colombianos sienten que el país no va por buen camino, que la gestión del Gobierno es pobre, que la corrupción cooptó al Estado, que en las instituciones no se puede confiar, que la economía se desacelera, que la calidad de vida se ha deteriorando, que la inseguridad ha incrementado, que los servicios de salud, justicia, transporte y educación cada día son peores.

El Gobierno y el periodismo oficialista dicen que el pesimismo es producto de las “eficaces mentiras de la oposición”, que las redes sociales se han convertido en un medio de difusión de la “posverdad” y que los ciudadanos tienen una percepción equivocada de la realidad. Según los periodistas cercanos a la Casa de Nariño, la polarización política que vive el país anula la objetividad de las personas y les impide admirar los logros del Gobierno Santos, aunque reconocen, que el Gobierno no sabe comunicar.

El Presidente le reclama a los medios porque, según él, se dedican a publicar malas noticias. Hace pocos días, el hijo mayor del Presidente decía a la revista Semana que la oposición ha sabido manipular a la opinión pública, aprovechándose de la ignorancia de los colombianos. Esa misma revista, publica en su más reciente edición un artículo llamado “El fantasma del Castrochavismo”, donde, con aparente rigurosidad científica y absoluta imparcialidad, desmienten al 56% de los colombianos que cree que Colombia, si sigue por donde va, corre el riesgo de terminar como Venezuela.

El Gobierno y sus voceros cuestionan al líder de la oposición por contradecir mentiras oficiales en un foro internacional. Es cierto que la popularidad de Santos es más alta en Noruega que en Colombia y por eso no les conviene que se muestre la otra cara de la moneda. Calificaron al ex Presidente Uribe de “apátrida”, por controvertir a un funcionario durante el foro “Concordia” en Atenas, como si desmentir al Gobierno fuera hablar mal del país.

Los medios de comunicación oficialistas andan desesperados porque ahora los ciudadanos consultan más Facebook o Twitter que periódicos y revistas, eso les resta poder y les disminuye la pauta. No han podido desprenderse del monopolio de la información, la realidad del país ya no depende de lo que digan sus portadas y titulares. Por su parte, el Gobierno está buscando otra forma de callar a la oposición, descalificándola, señalándola de mentirosa y “apátrida”.

Eso dos hechos no son nuevos ni extraños, lo grave es que desconozcan el sentir de la mayoría, que el Gobierno esté tan alejado de la situación de los ciudadanos y del país, que solo reconozca al pueblo para hacerse elegir y reelegir pero que lo censure cuando le es crítico. Tratar a las mayorías de “imbéciles”, “incapaces” de comprender la realidad, de ser “marionetas” manipulables por las “mentiras” de la oposición, es una ofensa al pueblo colombiano. El problema de la situación nacional no es de percepción, es de realidad. Hay hechos objetivos que son preocupantes y no deben ser subestimados, ni desconocidos. La solución no es matar al mensajero es atacar los problemas.    

@SHOYOS