¿Libertad sin verdad? | El Nuevo Siglo
Domingo, 16 de Junio de 2019

 La reciente incursión, de la Corte Constitucional, en libre desarrollo de la personalidad es afortunada, a pesar de su desconocimiento del alcance antropológico de libertad y de desarrollo: afortunado porque nos da la posibilidad de profundizar en las capacidades humanas, y su razón de ser en la interpretación de nuestra Constitución. Resulta que hablar del libre desarrollo de la personalidad, sin definir las razones y alcance de la libertad y del desarrollo, dentro del espíritu de dignidad de la Carta, es jugar a la vaca loca. Es legalizar cualquier despropósito, inclusive contrario al bien común.

Una cosa es hablar de desarrollo económico, político, científico, académico…, otra es centrar el discurso en el desarrollo integral de la persona humana que implica formar, desde la niñez las diferentes dimensiones, capacidades, fundamentales: inteligencia, voluntad, conciencia, amor, verdad, libertad, sociabilidad, virtudes humanas, solidaridad, coherencia, fe… Si, alguna de estas no se desarrolla, como es debido, estamos hablando de un fracaso de la familia, de la sociedad, del Estado. Ninguna Corte en el mundo puede asumir la responsabilidad: que en nombre del libre desarrollo de la personalidad se le abra la puerta a los ciudadanos para que busquen la autodestrucción, y al pronunciarse, una corte, sobre temas que poco conoce, o para responder a ideologías antinaturales, estaría borrando con el codo lo escrito con la mano.

Opinar sobre la verdad social fundamental, sin pensar en el bien común, se le estaría dando una puñalada por la espalda a nuestros principios y valores, por desconocer la verdad de la persona humana. ¿Quién entiende mendigos, drogadictos, prostitutas, atrasados mentales, atracadores, huérfanos… arrastrándose por la calles en nombre del libre desarrollo de la personalidad?  Cuando este principio debe ser entendido como la respuesta natural a la lectura antropológica que destaca que: la persona humana está llamada, constitutivamente, a ser más. Lo contrario implica una libertad para ir en contravía a la razón de la misma libertad, y de la persona y el Estado estaría remando contra corriente, en contravía de la vocación fundamental humana de ser parte de una sociedad próspera, partiendo de la solidaridad común.

Es evidente que la libertad parte de la verdad, la persona busca el bien para sí a para los demás: esto es lo natural del ser humano. Y lo contrario a la libertad es sustentar una acción partiendo del error, la ignorancia o la mentira y sobretodo del egoísmo. Por esto, libertad, es señorío sobre el yo personal, autodominio, es obrar en consecuencia frente a los principios y valores rectos en procura de ser más como persona humana. Esta libertad es el argumento natural para que se privilegie el libre desarrollo de la personalidad y se hable de desarrollo integral de la persona humana. Lo demás es desconocer la verdad social y de la razón de ser de una sociedad. Lástima que no compete a nuestra Corte Constitucional sugerir experiencias como la de Holanda: dar, sin costo, a los drogadictos drogas psicoactivas, en expendios estatales, para poder darle seguimiento y terapias a estos. Reduciendo, de paso, el consumo y sus consecuencias.