Microteatro: arte en las tablas en 15 minutos | El Nuevo Siglo
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Sábado, 15 de Junio de 2019

EL DINAMISMO y la rapidez se han convertido en el eje central de la industria del entretenimiento. La televisión ahora ofrece formatos más cortos como las series, que reemplazan a las extensas novelas tradicionales, mientras que el teatro hoy está  enfocándose en tendencias como las micro obras, una presentación de 15 minutos.

“Este formato tiene tres particularidades: cada una de las propuestas se presenta en un espacio semejante al tamaño de una habitación donde caben aproximadamente entre 15 a 20 personas y las obras tienen una duración entre 15 y 20 minutos”, le dijo a EL NUEVO SIGLO Jorge Melo, director de producción y socio de la franquicia Microteatro Bogotá.

Este revolucionario concepto de teatro pisó por primera vez los escenarios en España hace 10 años, cuando un grupo de artistas, encabezado por  Miguel Alcantud, un reconocido director colombiano, convirtieron una casa, que antiguamente era utilizada como un burdel, en un escenario para presentar una serie de microobras dedicadas a la prostitución.

Fue como se creó el “Microteatro por dinero”, donde en 13 habitaciones se ubicaban 13 grupos independientes con un solo propósito: el de presentar una propuesta teatral de 10 a 15 minutos sobre un tema en común.

Manteniendo esta tradición, líderes de las artes escénicas del mundo comenzaron a presentar este mismo concepto en ciudades como Aguascalientes, Barcelona, Buenos Aires, Lima, Miami, hasta llegar a Bogotá, donde Sergio Gallego, Jorge Melo y su equipo de trabajo decidieron poner en marcha este ingenioso formato teatral.

Series vs Microteatro

Siempre habrá público para contemplar  las 13 horas de “el anillo de los nibelungos” de Richard Wagner, pero también es cierto que este cada vez es menos, por la inmediatez del mundo contemporáneo.

“Si tienes afán, pero quieres distraerte un rato, puedes hacerlo en 15 o 20 minutos. También de lo contrario, si quieres ver más puedes ir hasta seis obras en un día”, explicó Jorge Melo.

El propósito de las microobras no solo es ser una opción para aquellas personas no tengan mucho tiempo, sino también busca “fomentar la cultura de las artes escénicas para quienes prefieren la televisión y mostrar que también se puede disfrutar de una buena comedia, un drama o de una historia de terror”, dice Julián, un espectador.  

Otro de los beneficios que ofrece el microteatro es el precio de cada boleta. “Cuando uno va a ver una obra de teatro tradicional son $30 mil, $50 mil o hasta $100 mil. Aquí con $18 mil, que te los gastas en una gaseosa o en comerte algo, puedes disfrutar de una obra completa que tiene su inicio, desarrollo y cierre redondo”, dijo Melo.

Además, esta tendencia del teatro hace que cada propuesta se convierta en un espacio reducido, similar a una habitación, donde los espectadores pueden interactuar más con los artistas, “rompiendo la cuarta pared, como llamamos en el teatro. Esa posibilidad que no te da el teatro convencional de estar mucho más cerca y conectado a la trama de las obras”.

De sala en sala

El microteatro ha tenido una evolución en cuanto al mensaje final que deja en cada una de sus obras. Antes las propuestas actorales y escénicas eran más simples, pero hoy han tomado un grado de complejidad mayor, a tal punto que los visitantes a estas salas puedan sentirse conectados con cada una de las historias y “vengan a ver una, pero terminen comprando para ver dos o hasta tres más”.

En los inicios de la historia de este formato artístico, solo se hablaba de la prostitución debido al contexto en el que surgieron estas salas de teatro. Pero hoy las propuestas están dedicadas a temas como al amor, la paz e incluso empezaron a incluir un contenido para los más pequeños con obras infantiles.

Sin embargo, la variedad de temas que ofrece el microteatro representa un reto mayor para los actores, a diferencia del formato tradicional, ya que al pasar de sala en sala deben presentar una propuesta diferente en cada personaje que interpreten.

“Es un reto poder salir de un personaje totalmente distinto a otro y entrar en él para darle una sensación de algo distinto a la gente, no que esté viendo a la misma persona, sino alguien totalmente distinto por la energía que estamos manejando”, sostuvo.

Sin duda, esta es una tendencia que intenta romper los paradigmas del teatro convencional, como sucedió con las series en la televisión. Pero su propósito “va más allá de una risa fácil o un momento de distracción cualquiera, sino crear algo que deje pensando o con una idea, un mensaje, no simplemente que la gente pierda su tiempo”.