Varados | El Nuevo Siglo
Jueves, 20 de Junio de 2019

Es una crisis anunciada la que hoy sufrimos por precaria infraestructura vial, de puertos aéreos y marítimos.

La situación hace parte de la obsoleta competitividad que aún impera en el país.

El caos vial en varios tramos nacionales es consecuencia de un pésimo manejo del Estado y los mañosos corruptos.

El cierre de la vía al llano, despensa agrícola de Colombia, el calvario para llegar a Medellín desde el centro del país, el drama para ir de Bogotá al puerto de Buenaventura, hace parte de una responsabilidad política que nadie asume.

Y no asoman soluciones a la vista.

Lo que no se hizo bien en 70 años no se hará en tres meses.

Imprevisiones, falta de planeación, ligereza en contratos billonarios, retrasos en tiempos de inicio y entrega, malos diseños, precarios estudios ambientales, y no considerar eventuales estragos de la naturaleza, comprenden la ola grande de desaciertos oficiales y particulares.

Indigna además que debido al esquema legal de peajes éstos sean cobrados a transportadores de carga, aún sin poder transitar.

Camiones con casi 40 toneladas de mercancías y alimentos varados a sol y agua en principales vías incomunicadas.

No solo son las llamadas carreteras nacionales que de autopistas no tienen nada. También hay caos, derrumbes, deslizamientos, caída de piedra, roca y lodo, en vías terciarias. Son caminos del olvido.

Caótica realidad que afrontan transportadores de carga, empresas de pasajeros, viajeros particulares, turistas y residentes, tiene que ver en parte con accidentes geográficos propios de nuestra quebrada topografía.

Sin embargo, no es para echarle toda el agua sucia al clima y a nuestro accidentado mapa.

La clase dirigente en gran medida, gobiernos y contratistas han estado relacionados al obsoleto estado de la red vial.

Para que estemos en las que estamos algo mal debemos haber hecho. Y muy mal.

Lo grave es que no aprendemos de la experiencia y repetimos errores.

No puede ser que durante 70 años nuestra ingeniería haya sido incapaz de, por ejemplo, terminar el Túnel de la Línea, entre Cajamarca, Tolima y Calarcá, Quindío. Una vergüenza.

Ese Túnel será paso obligado para ir al puerto de Buenaventura. Antes del ascenso peligroso del alto de la línea, cordillera central, se cobra un caro peaje.

¿Cuánto llevamos con cuento de la autopista a Villavicencio? ¿Quién le falló al país? ¿Quién no tuvo en cuenta el azote del invierno?

El clima es imprevisible. Ello no significa pasar por alto mediciones de riesgo.

Para caerle al caído, industria, comercio, agricultura, ganadería, hotelería, turismo y agencias de viaje, pierden una millonada diaria.

Sin acceso a regiones incomunicadas, economía regional se resiente.

Caída en ventas y facturación pegará duro al crecimiento.

El PIB pagará las consecuencias.

En Estados Unidos, Canadá, México, Londres, Madrid y París, empresarios e inversores vinculados al comercio global, muchos con negocios en Colombia, preguntan ¿cómo hacen exportadores, agricultores y transportadores para arreglárselas con tantas limitaciones en las carreteras?

La respuesta: son unos valientes.