Banderazo a Ciudad-región | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Junio de 2020
  • Congreso aprobó integración Bogotá-Cundinamarca
  • La socialización de la zona Metropolitana será clave

 

La capital del país y la región que la circunda generan más del 25 por ciento del Producto Interno Bruto del país, e incluso si se le adiciona toda Cundinamarca ese porcentaje podría llegar a más del 30 por ciento. El índice per cápita de los habitantes de la ciudad-región es casi un 40% superior al promedio del resto de las zonas del país. Con un PIB superior a los 100 mil millones de dólares, supera al de varias naciones centroamericanas. También es el nodo poblacional más denso del país, pues alberga casi 11  millones de habitantes, es decir un poco más del 20 por ciento del total nacional. Incluso, varios de los municipios del área superan en este aspecto a otras capitales departamentales. A ello se suma que el aeropuerto El Dorado es el más grande de América Latina en términos de movimiento de carga y el tercer aeropuerto en cuanto a tráfico de pasajeros. En cuanto a infraestructura de vivienda, parques empresariales, agroindustria, oferta educativa,  nicho financiero, centro de decisiones políticas, foco de inversión extranjera, escenario de negocios, obras públicas, presupuestos oficiales y generación de bienes, productos y servicios, Bogotá-Región es una las zonas más dinámicas no solo del país, sino del subcontinente…

Visto todo lo anterior, se entiende por qué uno de los anhelos más recurrentes en las últimas décadas de los gobiernos distrital, departamental y de las alcaldías de la Sabana así como del resto de poblaciones del área que tienen una alta interacción con la capital, ha sido el de consolidar una Ciudad-región eficiente y funcional. Incluso antes de que se expidiera la Carta del 91, fueron varios los proyectos que se pusieron sobre la mesa con el fin de crear un área metropolitana, pero ninguno de ellos logró concretarse. Se pensaba que a partir de la nueva Constitución, que define a Colombia como un país de regiones, creando de paso varias instancias de integración de capitales, municipios y departamentos, esta Ciudad-región ahora sí se convertiría en una realidad, pero tampoco se consolidó ese sueño. Luego vendría la reforma al Sistema Nacional de Regalías, privilegiando la financiación de obras de alto calado y complejidad, llevando entonces a que la asociatividad entre gobernaciones y alcaldías ahora tuviera mayor impulso. Pero en esta ocasión la Bogotá-región tampoco avanzó hacia una estructuración real y funcional. Es más, en 2014 a lo que se le dio paso fue a la creación de la Región Administrativa y de Planeación Especial, considerada la primera entidad pública de carácter suprarregional para impulsar y articular los planes de desarrollo económico, social y ambiental de Bogotá, Boyacá, Cundinamarca, Huila, Meta y Tolima. Es decir, un proyecto de integración mucho más amplio y ambicioso, que para muchos enterraba el de la Ciudad-región.

Sin embargo, los promotores de este último sueño insistieron, pero esta vez no por la vía de un acuerdo político entre los gobiernos de turno del Distrito Capital, Gobernación y alcaldías, sino que acudieron al Congreso y tras un largo y accidentado trámite esta semana, por fin, se logró la aprobación de una reforma constitucional que crea la Región Metropolitana Bogotá-Cundinamarca. Se trata de una estructura de integración que contará con una régimen especial para hacer más eficiente la planeación e integración de la ciudad con la Gobernación y los municipios de su área de influencia. Una estructura institucional que permitirá, sin afectar la autonomía jurisdiccional de ninguna de las circunscripciones territoriales, coordinar políticas públicas de planeación en el mediano y largo plazos, en temas claves como movilidad vial, urbanismo, desarrollo sostenible, servicios públicos, infraestructura, productividad económica, estrategias sociales, turismo y múltiples áreas. La idea es imitar los modelos de integración de zonas como el Área Triestatal de Nueva York, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o las áreas metropolitanas de Madrid y de París, entre otras. A nivel local, obviamente el objetivo es superar la estructuración de áreas metropolitanas de vieja data como las de Medellín-Valle de Aburrá y la de Bucaramanga.

Obviamente el proceso para consolidar la Región Metropolitana Bogotá-Cundinamarca no ha terminado. Resta la conciliación del proyecto de acto legislativo en el Congreso y luego el tamiz de la Corte Constitucional. Luego vendrá la delicada confección del proyecto de Ley Orgánica que debe señalar el alcance y funcionalidad de la instancia de planificación y de autoridad de consenso, que garantice que no habrá imposiciones ni posturas superlativas. Aterrizar ese aspecto prioritario a incisos y parágrafos es una tarea que exigirá mucho trabajo y voluntad política e institucional. Todo ello unido a un proceso de socialización muy profundo con los más de once millones de personas que estarán bajo su órbita.

Sin embargo, lo más importante es que la ciudad-región ya pasó de ser un anhelo a una realidad. Está la base normativa y ahora viene el proceso de darle cuerpo a un sistema de integración moderno, funcional y eficiente. No hay tiempo que perder.