Transformación del Partido Conservador | El Nuevo Siglo
Sábado, 21 de Julio de 2018

Sabido se tiene que la doctrina política conservadora recoge dos grandes vertientes: la tradicional y la democratacristiana. La tradicional no pone el énfasis del progreso comunitario en valores sociales como el aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual y la participación de la comunidad LGTBI, entre otros. La segunda, altamente influenciada por las doctrinas católicas, coloca en lugar superlativo tales debates sociales.

El Partido Conservador Colombiano no ha sido ajeno a esta realidad, lo que de suyo genera pluralismo y, naturalmente, divisiones, encuentros y desacuerdos. Sin embargo, la división más evidente, hoy por hoy, poco tiene que ver con las ideas políticas. Se trata de una división sui generis y bastante más compleja.

Por un lado, están los dueños del partido: lideres regionales que de manera confederada logran importantes resultados electorales a pesar de su franco deterioro. Por el otro, se encuentra el bando de los “yupis”, de los “gomelos”, de esa amalgama de líderes de opinión y tecnócratas de gran mérito que no tienen ningún voto, les da pena participar de las elecciones populares y tienen cero ascendencia en las bases del partido, en las masas, en el caudillismo de plaza. Los segundos son los “ministeriables”, los primeros son los dueños del Partido.

El análisis es pertinente por cuanto la más importante líder del Partido conservador en su historia es hoy la Vicepresidenta electa de la República. Ella tiene en su haber más votos que cualquier cacique y más mérito, conocimiento y experiencia que cualquier tecnócrata. Puede ser aplaudida en manifestaciones multitudinarias tanto como en aulas de clase, conferencias especializadas y escenarios internacionales.

Esas dos vertientes eran rivales, pero ahora muestran las banderas blancas de la concordia. Por necesidad, por desgaste o por genuino interés, las partes han decidido dialogar. Todo lo cual constituye una gran noticia para la nación como quiera que entre más limpio, organizado y unido esté el Partido Conservador, más esperanzas tenemos de alejar de las instancias del poder a la izquierda radical y altisonante que convoca al desconocimiento del Estado de derecho a través del llamado a la “resistencia civil permanente”, entre otras cosas.

Doy fe que la concordia cabalga por buen camino y el primer paso que se está dando es una reforma a fondo e histórica de los Estatutos del Partido Conservador. ¡En hora buena!

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.

@rpombocajiao