Comparaciones odiosas, pero válidas | El Nuevo Siglo
Martes, 30 de Julio de 2019

LOS paisas tienen fama de emprendedores e industriosos. Y lo son. En Medellín tienen  sede varias de las multinacionales y multilatinas colombianas. Esta ciudad tiene el único metro en Colombia que entró en operación en noviembre de 1995 y hoy cuenta con 10 líneas, 27 estaciones y 240 trenes más 5 sistemas de cable con 11 estaciones y línea de tranvía con 9 estaciones. Todo un mecanismo de transporte masivo que empezó a planearse en 1979 y hoy es una realidad.

El 15 de agosto la gobernación de Antioquia inaugurará el llamado Túnel de Oriente que es un sistema de 22.3 kilómetros de túneles, viaductos e intercambiadores viales, que unirá la capital con los municipios del oriente antioqueño y reducirá a 20 minutos el trayecto entre Medellín y el aeropuerto de Rionegro. El túnel de oriente propiamente dicho tiene una longitud de 8.2 kms, pero hay otros más pequeños. Esta obra es producto de una alianza entre el gobierno del departamento y constructores privados. A ella, como es natural, se opuso desde el principio la izquierda y hubo de afrontar demandas del Polo Democrático. Tuvo un costo de alrededor de un billón de pesos. Se hizo en cuatro años porque en 2016 llevaba solamente 13% de avance.

Pensemos que el Túnel principal de la Línea que, según dicen, estará listo a finales del año entrante, tiene solamente 8.65 kms. aunque hay otros 20 túneles más pequeños y 24 viaductos. No se pueden comparar costos pero sí tiempo: su construcción se inició en 2009, es decir, lleva diez años y aún le faltan dos años para estar listo.

En cambio, sí quiero comparar el Túnel de Oriente con el llamado “deprimido” en la calle 94 en Bogotá. Esta obra se aprobó en el Acuerdo 180 de 2005 y se entregó, por Peñalosa, en marzo de 2017. Planeada para realizarse en 17 meses se demoró seis veces más. Costó casi cuatro veces el valor del presupuesto original de 46 mil millones, gracias, como lo dijo el alcalde que lo inauguró, a problemas de corrupción, falta de planeación y falta de coordinación entre las empresas de servicios públicos. Fue financiada por valorización que se inició en el gobierno de Lucho Garzón en 2005. Se adjudicó por Samuel Moreno a Julio Gómez, uno de los socios del cartel de la contratación. Gustavo Petro la readjudicó en 2012 por  $166 mil millones para ser entregada en 2014. Es una obra chica en comparación con el Túnel de Oriente.

A todas éstas, Peñalosa quiere adjudicar en octubre, luego de setenta años de que el alcalde Llinás dijera haber celebrado un contrato con los japoneses, el anhelado metro elevado. Eso si Petro y la izquierda lo dejan, porque como es una obra buena tienen que oponerse a ella. Imaginémonos solamente que Petro hubiera adjudicado el metro subterráneo y éste se hubiera empezado a construir  a la velocidad del “deprimido”: la ciudad estaría colapsada.

No es que Peñalosa se escape a estas críticas: dos obrillas en la calle 62 con carrera 7a y carrera 8a de no más de 150 mts2, llevan más de seis meses en ejecución. Pero como solamente va un obrero con un palustre y suspende trabajo cada cuarto de hora a tomar “colombiana”, no avanzan.

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Coda: “Impopulares pero eficientes” dice Peñalosa. En general, sí. Pero si a mí me eligieran alcalde lo primero que haría sería ordenar que levantaran todos los policías acostados y los palos que don Trancón Bocarejo, el Secretario de la Inmovilidad, ha puesto en toda la ciudad para dificultar el tráfico.