Elocución | El Nuevo Siglo
Martes, 23 de Julio de 2019

El régimen chavista está exultante con la reanudación de los diálogos con la oposición, mediados por Noruega.

En la práctica, Maduro ha asumido la vocería del proceso de Barbados, relegando a Guaidó a un segundo plano, apenas nominal y marginal.

Un Guaidó con escasa presencia ante la opinión pública mundial, o apareciendo, sobre todo, en un marco en que lo relevante son los profundos desacuerdos que estos diálogos han producido al interior de su propia coalición.

¿Qué se puede colegir, entonces, de cada uno de los puntos que la dictadura destaca?

1- Maduro sostiene que es "... muy optimista... y que, paso a paso, con paciencia estratégica, abrimos el camino de la paz y la no violencia”.

De hecho, el optimismo de Maduro no es ficticio, es real, y se basa en un concepto de enorme importancia en la lógica revolucionaria del castrismo: la “paciencia estratégica”.

Paciencia estratégica cuyo significado no es otro que la dilación sociopolítica y diplomática que, combinada con la represión sistemática sobre núcleos clave de la población, arrojan como resultado la perpetuación del régimen.

2- Maduro también afirma que:

a- El ejercicio dialógico se basa en "una agenda de seis puntos" donde están "todos los temas de Venezuela".

Con esto, lo que busca es extender en el tiempo y en el espacio una negociación estéril, recargada e infructuosa, pero, eso sí, suficientemente lubricada y legitimada por los noruegos y por el Grupo de Contacto a modo de blindaje contra cualquier intento de deponerlo.

b- Que "sin el intervencionismo gringo", se obtendrán "acuerdos parciales" en los que "todas las partes tienen que ceder posiciones".

Muy hábilmente, Washington y sus aliados hemisféricos han quedado relegados al papel de Estados rufianes cuya única opción es el neointervencionismo, el injerencismo en cuestiones internas y el uso ilegal de la fuerza. 

En esa lógica es apenas natural que Guaidó se vea obligado “a ceder”, en tanto que la dictadura replicará sus típicas ofertas autocomplacientes, como aquella de convocar a elecciones... pero de la Asamblea Nacional, la única institución sobre la que aún no ejerce su control totalitario.

Y por último, el régimen asevera que,

c- "Empeñará todo su esfuerzo" en que el proceso "conduzca a la instalación y consolidación de una mesa permanente de diálogo por la paz".

Con lo cual, Maduro convertirá la negociación en una política de Estado, sin fin, alejando así cualquier posibilidad de cese de la usurpación, eliminando la noción de transición y confinando a la oposición a un papel de “animador” de una “democracia” inexistente.   

En definitiva, la típica instrumentalización del diálogo, la mediación y la negociación para manipular a la comunidad internacional, cosificar a la oposición, anestesiar a la población y seguir detentando indefinidamente el poder.