Muchos en casa | El Nuevo Siglo
Jueves, 11 de Julio de 2019

En Colombia vivimos entre 44 a 48 millones de personas, mayoría mujeres y viejos, 14 millones sin seguridad social y 4 millones contados o no, desempleados o que dejaron de buscar trabajo.

Somos muchos y la nevera medio vacía. Demasiada gente en casa y la economía no alcanza.

El Dane no encontró como contar alrededor de 4 millones de personas. Se descachó en semejante cifra. La población crece mucho más que la economía.

La familia se creció y no hay cómo atender sus necesidades básicas.

Hogares aumentaron sus integrantes en medio de situación económica precaria.

Población colombiana es grande frente a una economía chica.

Aparato productivo no tiene lo suficiente para darle trabajo a tanta gente desocupada.

Gobierno debería plantearse si el actual modelo de economía social es el indicado para atender las demandas de 48 millones de ciudadanos.

Tiempo de repensar la estrategia de inversión social y dar giro global a fábula social del emprendimiento.

Tener familias en regiones pobres y marginadas haciendo milagros con unos centavos, sin protección social ni inclusión del Estado, no es emprender, es humillante.

Jóvenes echados para adelante, forjadores, inquietos, valientes y soñadores, necesitan mucho más que remoquete de emprendedor. Precisan ingreso para trabajar. Y el crédito bancario no tiene arrimadero. Modelo repartidores Rappi , una grosería.

Y qué decir de quienes sobreviven en el rebusque. Son más de 10 millones de personas que salen cada día a la aventura de unos pesos para el sustento. No tienen EPS, ni pensión, ni primas ni vacaciones. Su mundo es el olvido.

A personas que parecen invisibles porque no reclaman y se acostumbran al abandono, ¿quién los acoge’? ¿Qué hará el Ejecutivo para darles esperanza?

Y qué pensar del flaco salario mínimo. 14 millones de personas se las ingenian con dos mínimos, uno o menos.

Absurda la opinión del Minhacienda de que el mínimo en Colombia es ridículamente alto y que habría que reducirlo. ¡Debería darle pena!

La ministra de Trabajo, Alicia Arango, no va con esa ocurrencia de Carrasquilla aceptando que el salario mínimo es precario, muy poquito, no da para los gastos mensuales. Arango tiene un hogar que sostener y siente lo duro que es aguantar con un mínimo.

Quienes creen que el mínimo es máximo deberían probar unos años con este ingreso. Probar la hiel de los pobres renunciando a la miel de sus sueldos. ¿Cómo les quedará el ojo?

A más población, más desempleo, menos presupuesto general para distribuir, mayor déficit en escuelas y hospitales, servicios públicos e inseguridad. Más atracadores y rompevidrios en calles, semáforos y puentes peatonales.

Crecimiento acelerado de la población genera aumento en necesidades de los hogares: alimentos, salud, educación, esparcimiento y consumo.

En consecuencia, Plan Nacional de Desarrollo de este Gobierno va a quedar corto. Se hizo sin considerar el nuevo censo.

Recursos destinados para estrategias de desarrollo social regional van a ser insuficientes.

Somos muchos, tenemos poco.