Pasar de la crítica a la acción | El Nuevo Siglo
Jueves, 4 de Julio de 2019

Frente al escepticismo colectivo que nos ronda, hago un llamado a recuperar la confianza en nosotros mismos. Como sociedad no debemos permitir que graves faltas y aberraciones de quienes no han tenido claro su compromiso con la paz, nublen nuestro objetivo común de erradicar la violencia en Colombia.

No nos dejemos llevar por la desesperanza que nos generan desertores de la paz como “Santrich”, “el Paisa” o “Iván Márquez”; la incapacidad crónica del Estado para ejercer presencia y control territorial; la displicencia de los gobiernos para sacar adelante proyectos productivos en los Espacios Territoriales de Concentración y Reintegración -ETCR-; la debilidad de los órganos de control y de Justicia para garantizar los derechos de las víctimas, ni la insuficiente representación política de legisladores ajenos a los intereses de sus comunidades.

Nuestro objetivo de construir juntos un futuro mejor para las próximas generaciones debe trascender los intereses particulares y la polarización política. Quienes hemos sufrido las consecuencias de la guerra, no queremos que otras personas lo vivan. El dolor de la madre del diputado asesinado, o la del soldado, o la del guerrillero, o del paramilitar, es el mismo, sin importar quien haya sido el victimario. Cuando atentamos contra la vida de un hombre lo estamos haciendo contra la humanidad entera. Así lo afirma John Donne en su poema “las campanas doblan por ti”.

No permitamos que nuestros líderes sociales sigan siendo asesinados. No existe sociedad sin líderes. La Fiscalía dice que los crímenes se deben a las disidencias u organizaciones criminales. Pero los están matando porque tratan de poner a sus comunidades fuera del negocio de la droga o porque luchan por la devolución de las tierras a los desplazados, un problema gravísimo en el país con mayor número de desplazados. Atacar a quienes son capaces de reclamar derechos que son esenciales para la convivencia civil es un crimen contra la democracia y las instituciones. Como bien lo señaló el Nuncio Apostólico, Monseñor Luis Mariano Montemayor, en la entrevista hecha por Gloria Castrillón.

Necesitamos conocer la verdad, en tiempo real, de lo que está sucediendo en los micro territorios más apartados y olvidados de Colombia. Ahí se requiere la presencia del Estado, con sus planes y programas. Ya es hora de igualar el Estado, la Nación y el Territorio. Urge la entrada en acción del Ejercito Multimisión, para apoyar el progreso, garantizar la seguridad, la institucionalidad y la consolidación de la paz en cada rincón del país. Un ejercito respetuoso de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, al servicio de los colombianos, capaz de articular su accionar con las comunidades, actores gubernamentales, sector privado y la cooperación internacional.

Es hora de pasar de la crítica y dar un salto cualitativo hacia la acción. El instrumento que se creó para la construcción de paz es el que tenemos y nos debe servir si nuestro compromiso es real, incluso lo podemos ajustar para alcanzar la meta. Dejemos de buscar y señalar culpables y asumamos cada uno la responsabilidad de construir paz en Colombia, con honestidad y transparencia, desde nuestros hogares, vecindarios, circulo de amigos, comunidades.

*Magister en Ciencias Políticas.