Tragedias y más tragedias viales | El Nuevo Siglo
Martes, 2 de Julio de 2019
  • Muchas problemáticas sobrediagnosticadas
  • Urge mayor determinación de autoridades

 

Las tragedias en las vías no se detienen. Este fin de semana más de medio centenar de personas perdieron la vida en las carreteras. El accidente más grave se presentó en Córdoba, en donde una volqueta arrolló una caravana de ciclistas y motociclistas dejando nueve víctimas mortales y 10 heridas.

Si bien es cierto que en Colombia las reformas al Código Nacional de Tránsito han sido numerosas y la mayoría en la dirección de agravar los castigos y las multas a los infractores, los índices de accidentalidad no disminuyen de forma sustancial. A la par se han multiplicado las campañas de prevención vial, acudiendo a todas las estrategias posibles para convencer a los conductores, motociclistas, peatones, pasajeros y ciclistas de la necesidad de respetar las normas de seguridad y mejorar su comportamiento en las vías. Sin embargo, como ya se dijo, los resultados no son los mejores.

Según el informe publicado por este Diario en su edición de ayer, con base en datos de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, en los primeros cinco meses del año por exceso de velocidad se registraron 2.743 siniestros, que dejaron 420 personas muertas y más de 2.300 lesionadas.

Otro dato más: el informe anual Forensis, de Medicina Legal, reportó que durante 2018 se atendieron 46.416 casos por accidentes de transporte, que produjeron 6.879 muertos y 39.537 heridos. De esta forma los índices de accidentalidad vial aumentaron con respecto a 2017 y la tasa de muertes por cada 100.000 habitantes se elevó a 13,8, muy superior a la media europea y un poco por debajo de la americana.

Más cifras impactantes, reportadas días atrás por el Ministerio de Salud: los percances viales son la octava causa de muerte general en Colombia, la quinta en hombres, la segunda en colombianos entre 15 y 44 años y la primera causa en jóvenes entre cinco y 14 años.

Una última estadística: según el informe Global Status Report on Road Safety 2018 de la Organización Mundial de la Salud, nuestro país se encuentra entre las 60 naciones con ingresos medios que no han logrado avanzar en seguridad vial en esta década.

Por todo lo anterior es que la accidentalidad vial ya es considerada como un problema de salud pública multicausal que, por lo tanto, debe tener una respuesta integral, más allá del solo énfasis sancionatorio. Por ejemplo, debe profundizarse el debate en torno a los límites de velocidad diferenciales y si estar acortándolos cada vez más es una solución efectiva al aumento de los percances en las vías. También es claro que Colombia no puede seguir teniendo porcentajes tan altos de automotores que circulan sin el correspondiente Seguro Obligatorio de Atención a Terceros (SOAT). Y qué decir de la gran cantidad de vehículos que a diario transitan por las vías urbanas y rurales sin haberse realizado la obligatoria revisión técnico mecánica anual. Aquí se requieren medidas más determinantes para atacar esta grave situación de incumplimiento y evasión.

No menos urgente es el análisis sobre el alto índice de accidentalidad vial de los motociclistas, el más alto en el país. Si bien es cierto que en repetidas ocasiones se ha planteado la necesidad urgente de aumentar los requisitos de competencia y licenciamiento para conducir estos vehículos, poco se ha hecho en ese campo.

De igual manera es hora de dar una discusión más seria y, sobre todo, definitiva respecto a la infraestructura vial para el tránsito de las bicicletas. Para nadie es un secreto que salvo contadas excepciones como Bogotá, que tiene la red de ciclorrutas más extendida de Suramérica, en el resto de ciudades colombianas se incentiva esta modalidad de transporte pero no se proporcionan las vías exclusivas para que los ciclistas puedan transitar con seguridad y orden.

En cuanto a la problemática con las fotomultas, la última reforma logró aclarar en parte muchas de las zonas grises que existían en su funcionamiento y sistema de aplicación y cobro, pero aún faltan algunos temas por precisar, sobre todo en cuanto a un perfil más preventivo que sancionatorio.

Como se ve, si bien la accidentalidad vial en Colombia no se ha podido reducir, pese a todos los esfuerzos de las autoridades, tanto en el campo de los castigos a los infractores como en el educacional a conductores, peatones, pasajeros, ciclistas y motociclistas, también hay otras problemáticas que están sobrediagnosticadas pero frente a las cuales no se ha actuado con la suficiente determinación para abocar soluciones definitivas.