Histeria colectiva | El Nuevo Siglo
Martes, 18 de Agosto de 2020

Los seductores están defraudando al pueblo y esas frustraciones han generado un traumatismo cuyas consecuencias serán mucho más dramáticas que las derivadas de la pandemia del coronavirus. Haciendo un resumen apurado de lo que ahora se sufre se constata que, además de la complicación de la  salud colectiva, se registran la crisis económica, de movilidad, contactos sociales, las necesidades esenciales vitales como la educación, locomoción, distracción, etc.

En síntesis, se vive el drama de disolución de los motivos  comunitarios, fuentes de la organización social y del Estado. No olvidar que los municipios originaron la organización política y todo derivado de la unión de las familias, células de la sociedad. 

Intentando deducir las causas de esta histeria colectiva, la observación de las manifestaciones populares intuyen a deducir que el manantial de esta enfermedad psíquica es el atropello a la democracia, probablemente porque hay una discrepancia  mayúscula en muchos sentidos y ello ha conducido a que los individuos se desintegren emocionalmente por los impactos aberrantes de todos los días y pierdan la lección del  aforismo de Apolo: “conócete a ti mismo”, están masificados y actuando inconscientemente e instintivamente. 

No se alega  un invento. Lo expuesto  es tan evidente que el presidente no ha tenido inconveniente en contactar al doctor Rodrigo Nel Córdoba, siquiatra profesor del Colegio del Rosario, para que su dictamen se exponga con relación a la enfermedad que está disolviendo los vínculos de la sociedad. Esto tiene que verse para concluir que el ambiente generado no ha sido una fórmula saludable, sino todo lo contrario, una herida cívica, entre otras razones por el alegar con la fuerza y no con la afectividad propia del mundo de la confraternidad. El profesor German Aguirre Licht, a este respecto sostiene que “se evidencia como el yo se desestructura y queda víctima de los miedos inconscientes de destrucción y se desadapta ante la realidad, acudiendo a mecanismos de defensa infantiles y regresivos”.  

La práctica virtual judicial, por ejemplo, es una ruina organizacional que programa la impunidad y el ejercicio de la policía, en especial la de tránsito,  es una actitud “sado-masoquista”, no utiliza la amonestación sino la multa; los amparos de salud no  obedecen a los derechos constitucionales, sino a la caridad; el estrés laboral supera todos los antecedentes de irritabilidad a raíz de los miles de empleos perdidos. Hace falta una terapia mental que alivie y fortalezca el necesario urbanismo y la debe desplegar la autoridad pública y civil: sicoterapia colectiva para rendir el ánimo instintivo de venganza.