Inmorales asintomáticos | El Nuevo Siglo
Viernes, 7 de Agosto de 2020

Esta pandemia nos ha servido para repensar nuestro relacionamiento con el medio ambiente. La inactividad humana ha permitido que mejore la calidad de la tierra, del aire, del agua y hemos visto aflorar y renacer especies que teníamos ahuyentadas. Antes, en la madrugada, los pajaritos nos despertaban a las 5 am y ¡ahora están cantando desde la 4! y cuando yo salía a caminar por el sendero peatonal que lleva a la Iglesia de la Trasfiguración, en el Sur de la Sultana, si acaso me encontraba tres guatines huidizos, una ardilla esquiva y un par de babillas en su lago. Ahora se multiplicaron por 10, menos las babillas -por fortuna- aunque la que yo conocí -en persona- resultó ser “cristiana”, porque en medio del feroz verano de hace un par de años se salió del agua, “muy tiesa y muy maja”, y se fue a rezar a ese templo a las 9 pm, antes de ser retornada la su hábitat.

Pero la ecología va por su lado y la moralidad -con su personaje antagónico, la corrupción- por el suyo. El Índice de Percepción de la Corrupción 2019 dio a Colombia el puesto 96 entre 180 países evaluados, es decir, estamos dentro del Top 100 de los más corruptos del mundo, debiendo advertir que solamente consideraron en el espectro a los comprobadamente contagiados del corona virus de la corrupción y para nada la medición tuvo en cuenta a los asintomáticos inmorales, que son aquellos sujetos que callada, lenta e imperceptiblemente se mueven en las aguas turbias de la podredumbre y que se espantan en la oscuridad de la noche apenas presienten una linterna que intenta enfocarlas.

Y se ven entreverados en las tres ramas del poder público, todas contaminadas, y en los organismos de control y hasta en la Fuerza Pública. Andan, ahí, perdidos entre sombras y cada vez más saliendo a la luz pública porque “el que la hace la paga” y en esta sola pandemia van 10 alcaldes encarcelados y 8 gobernadores encartados, desde la Guajira hasta el Amazonas -con algunas prisiones domiciliarias- todos con un común denominador: el diablo metido entre los bolsillos y así será siempre, porque la elección popular de mandatarios locales no la tumba nadie, pues tales cargos se convirtieron en un apetecida fuente de enriquecimiento ilícito.

Post-it.  Señores Magistrados de la CSJ: deben obrar con cordura, anteponiendo los intereses supremos de la justicia, sin permitir que rencores anteriores, por unos micrófonos puestos para monitorear su actuación, vayan a determinar el sentido de sus fallos en procesos distintos. Una providencia no puede ser instrumento de la vindicta, porque ello desquicia el recto proceder. Recordemos las palabras del Padre Gabriel Giraldo S.J. quien se inspiraba en Ulpiano, el gran jurisconsulto de la romano, para llamar a los abogados “Sacerdotes de la Justicia”, invitándolos a “honrar el título y ante el altar sagrado de la Patria, con alma pura y recta intención, elevad la hostia blanca de una justicia humana santa e impoluta, emanación de la divina justicia, y recordad siempre que tenéis en la conciencia juez inapelable de tu actuación”.