Y ahora ¿qué hacemos? | El Nuevo Siglo
Miércoles, 12 de Agosto de 2020

En los países exitosos y en mayor o menor medida existe un consenso en la sociedad, aquello que Álvaro Gómez llamaba el “acuerdo sobre lo fundamental”, sobre la importancia de la economía de mercado, la democracia pluralista y las libertades individuales. En Colombia estos principios han estado amenazados siempre. Sin embargo, nunca en la historia, los enemigos de la iniciativa privada han estado tan cerca del llegar al poder como ahora. La orden de captura en contra del presidente Uribe fue la cereza del pastel de una estrategia muy bien montada.

¿Qué hacemos ahora? Es la pregunta de moda en los chats y en las redes sociales. Antes de proponer acciones, debemos tener claro a lo que nos estamos enfrentando.

Lo que vivimos no es un problema de percepción, ni de comunicación, tampoco es producto de la polarización o de las peleas entre políticos. Colombia hoy tiene enfrentados dos modelos económicos, sociales y políticos.

Por un lado, estamos los que defendemos a la empresa privada, a la libertad y al Estado de Derecho; para los más jóvenes nos volvimos aburridos, y pareciera que son ideas pasadas de moda, a pesar de que no ha existido algún otro modelo con más progreso social en el mundo.

Por otro lado, están los que defienden modelos fracasados, algunos lo hacen de frente, otros buscan camuflarse en ideas de un supuesto “centro” y de vez en cuando hacen propuestas que buscan despistar. Éstos, a pesar de no tener ejemplos reales de éxito y del hecho que donde han sido implementadas solo han generado pobreza, se han convertido en las ideas de moda en los más jóvenes. A ello hay que sumar que la profunda crisis económica y social que dejarán las, al parecer erradas decisiones de los gobernantes para enfrentar la pandemia, es un caldo de cultivo para las ideas populistas y erradas de ese sector.

No nos enfrentamos a un reto fácil, mientras ellos se encontraron una autopista en doble calzada y sin peajes para llegar al poder, nosotros tenemos una carretera de un carril, con tramos destapados. Adicionalmente, ellos van en carros de lujo, financiados con recursos extranjeros y dinero no entregado de procesos de paz fracasados, por el contrario de este lado tenemos un carro viejo, con poca gasolina, y en ocasiones el conductor da señales que no quiere tanquear.

Y ahora, ¿qué hacemos? Debemos ser cautelosos en las propuestas que hacemos, una Asamblea Nacional Constituyente, por ejemplo, puede ser un remedio peor que la enfermedad; en el estado actual de cosas, ellos podrían fácilmente tener las mayorías para imponer sus ideas. No nos dejemos nublar por las emociones. Con buena comunicación, lenguaje sencillo, fácil de entender y una estrategia clara, tenemos que dejar se ser aburridos, y hacer que las ideas del progreso, las de la libre empresa y el Estado de Derecho, vuelvan a ser las de moda.

@camiloguzmansa