La sagrada vigilancia | El Nuevo Siglo
Martes, 14 de Septiembre de 2021

Tenemos absoluto conocimiento que el servicio de policía a través del tiempo y con denominaciones diferentes, interpreta una función nacida de épocas inmemorables para  defensa de los ciudadanos, pues las comunidades  inveteradamente rechazan toda amenaza, fuerza u organización que atente contra  la tranquilidad y seguridad colectivas; por lo tanto podemos decir, sin lugar a equivocarnos, que esta institución hace parte integral de la sociedad sin distingo de nivel social, cultural o económico. Así que ante la policía todos los ciudadanos tienen igualdad en derechos y obligaciones, quedando por ello sujetos a la ley.

En Colombia vimos nacer la organización policial, fijándole una prioridad elemental y embrionaria llamada vigilancia, actividad matriz de sus funciones y obligaciones, direccionada  a disciplinar, mediar, orientar y defender toda colectividad en su diario vivir, para lo cual es requisito fundamental la cercanía, conocimiento y relación con las comunidades objeto del servicio, por la urgencia de contar con su anuencia, compromiso y conocimiento del normativo que rige los comportamientos  de la vida en sociedad. Con el trascurrir de los años la institución se fue profesionalizando, haciendo de la vigilancia su baluarte y fortaleza, reconociendo que su imagen y éxito ante el gobierno y ciudadanía, se sustenta en la eficiencia de su labor, pues  la presencia delincuencial se convirtió en amenaza para el colectivo, que clamó mayor capacidad de respuesta en su policía, debiendo el gobierno organizar grupos de trabajo, comprometiéndose con la justicia, aplicadora de la ley y prontos correctivos, lo que  dinamizó y potenció ese servicio de vigilancia para solas y tranquilidad ciudadana.

Por su capacidad, compromiso y buenos resultados los gobiernos fueron entregando responsabilidades a la institución, que empalmando con su filosofía y objeto podía enfrentar, basada en su formación y servicio; situación ampliada a tal punto de ver hoy a la policía nacional cumpliendo un sin número de funciones, que bien podrían desarrollar otras instituciones evitando distraerla de su objetivo primordial como es la vigilancia. “Veamos”: en la actualidad cuenta la policía con una serie de especialidades muy importantes y llamativas, pero por el espacio no vamos a enumerar porque son diversas y sugestivas, con el agravante de opacar   la vigilancia haciéndola, pasar a segundo nivel ante los ojos de la oficialidad, sabiendo que esa especialidad es el corazón de la policía, pero no adquiere palmas ante éxitos, como otras un poco más espectaculares en el reporte de sus resultados.

Tener una comunidad organizada, comprometida, segura y blindada contra la delincuencia no amerita reconocimientos, como una incautación de alucinógenos, o la liberación del secuestrado, El gobierno ha olvidado o desconoce el valor de la seguridad ciudadana, que se sustenta en esa vigilancia comunitaria, soporte de seguridad, ávida de estímulo con respaldo institucional y ciudadano.