Las orejas de la inflación | El Nuevo Siglo
Martes, 14 de Septiembre de 2021

*Tras choque pandémico, aumento global de precios

* Bancos centrales empiezan a subir tasas de interés

 

En la medida en que va pasando el confinamiento que hizo ineludible la pandemia, y cuando las economías en todo el mundo - incluida la colombiana- se preparan para registrar al cierre de 2021 crecimientos positivos del PIB del orden del 6 o 7% en promedio, se otean en el horizonte las ‘orejas’ del peligroso flagelo de la inflación.

Todos los bancos centrales comienzan a dar voces de alerta e incluso algunos ya empezaron a subir las tasas de interés o anuncian que lo harán próximamente. De este modo, si el 2020 y el primer semestre de 2021 fueron periodos de lucha contra la recesión, el remate de este año y el 2022 estarán marcados por la movilización de las autoridades monetarias para apagar el incendio inflacionario que parece estar en camino.

Cuando se declaró la pandemia la respuesta de los bancos centrales, incluido el de Colombia, fue rápida, contundente y en buena parte alejada de los cánones ortodoxos: se abrieron los grifos de la liquidez, se redujeron las tasas de interés y se descontaron papeles del sector privado en las ventanillas de los emisores para oxigenar las economías, algo que no estaba previsto en los manuales tradicionales. Se había aprendido la lección de otras crisis. Y los bancos centrales, prácticamente sin excepción, no quisieron dar pie para que se les reprochara que habían dejado sin liquidez a las economías, ante lo que se presintió, desde comienzos del 2019, que podía ser una recesión tan grave como la de los años treinta del siglo pasado.

Pero ahora, cuando empezamos a salir del receso económico, el viento está cambiando: ya los bancos centrales parecen estar preocupados principalmente por los efectos inflacionarios que han causado las bocanadas de liquidez que inyectaron a las economías. Y por eso empiezan a subir sus tasas de interés de intervención. En la región prácticamente todos los pronósticos de costo de vida andan por encima de lo que habían previsto los bancos centrales. Esto lleva, lógicamente, a que la generalidad de las autoridades monetarias esté revisando sus prioridades. En un principio los esfuerzos estuvieron orientados a que las economías entraran en declive lo menos posible, pero ahora empieza la carrera por evitar que se recalienten.

En los últimos días seis bancos centrales de la región han subido las tasas de interés. En México ya se ha hecho en dos ocasiones. En Brasil se ha elevado recientemente en 75 puntos porcentuales. Y aún en Colombia, una de las directoras del Emisor acaba de anunciar que la junta se dispone a analizar en próximas reuniones una elevación de sus tipos.

El Banco Central Europeo no se ha quedado atrás y se prepara a cerrar la ventanilla a través de la cual venía suministrando liquidez al sector privado. Y los mercados están también pendientes de cuándo el Banco de la Reserva Federal en EE. UU hará lo mismo.

La situación anterior -la gran liquidez inyectada a los mercados tras el estallido de la pandemia y su efecto rezagado sobre los índices de precios- se ve ahora agravada por otros factores distintos, pero que confluyen también a presionar las fuerzas inflacionarias. Se trata del alza inesperada de los fletes marítimos y la escalada en los precios de algunos insumos claves para la agricultura.

Sobre lo primero, hace un año llevar un contenedor de la China a la costa este de los Estados Unidos valía 2.000 dólares pero hoy está costando 20.000. Es decir que se multiplicó por diez. Y en cuanto a lo segundo, los gremios del sector agrícola informan que algunos insumos claves, como los fertilizantes e insecticidas, han experimentado alzas en los últimos meses del 50 y hasta 60%. A ello se suma que los cupos en las navieras están escasos para las empresas que ineludiblemente deben recibir sus pedidos para la temporada de fin de año. Igualmente, en algunos casos (como sucede con los semiconductores que utilizan grupos importantes de empresas, como las de automóviles y electrodomésticos) están enfrentando una escasez tal en la oferta, que las compañías han debido cancelar líneas completas de producción.

Los tiempos que vienen serán, entonces, de cabeceos en los índices de inflación, de cambio de prioridades de los bancos centrales así como de tremendas restricciones en el comercio internacional, con el incremento de costos que todo ello acarrea. La película económica, pues, está cambiando.