Atún en riesgo | El Nuevo Siglo
Jueves, 10 de Septiembre de 2020

Colombia autoriza de manera regular, desde hace varios años, una cuota de pesca de atún de 29.000 toneladas, la misma permanece inmóvil, a razón de 4.000 para el Mar Caribe y 25.000 para el Pacífico, es claro que estas especies son un recurso pesquero global, por su naturaleza son especies migrantes, se les pesca en grandes cantidades. Es tal la presión que están recibiendo que algunas de sus especies se encuentran incluidas en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, es el caso del Atún de Aleta Amarilla (Thunus albacares) que se encuentra en la categoría Casi Amenazado y del Atún de Ojo Grande (Thunus Obesus), se encuentra en un escalón más preocupante, categorizado como vulnerable.

En reciente reunión con el Director de la autoridad Nacional de Pesca le pregunté las razones por las cuales sobre el atún de Aleta Amarilla, a pesar de tener este nivel de riesgo por su población decreciente desde 2011, mantenía la cuota; la respuesta no pudo ser más desoladora: si no lo pescamos nosotros, otros lo pescarán, es un problema global, no local, atinó a contestar de manera rápida. Le pedí que se estableciera una cuota diferenciada teniendo en cuenta su grado de vulnerabilidad y la respuesta fue otra vez: el problema no es de Colombia sino del mundo. Frente a respuestas tan directas y comprometidas con la gestión del recurso pesquero, omití preguntar por el Atún de Ojo Grande.

Las cuotas de pesca de atún se establecen de manera global, no discriminan positivamente a las especies concernidas, les da el mismo trato a especies que se encuentran con poblaciones saludables que a las amenazadas. La política debe dar un trato diferenciado en aras de mantener las especies y garantizar su conservación, en concordancia con los compromisos adquiridos por el Estado, entre otros, en el convenio sobre la diversidad biológica que impone la obligación de fomentar la cooperación técnica y científica internacional en aras de la conservación y utilización sostenible de la biodiversidad, tal como lo establece en su artículo 18, y no obrar como un mal vecino al que nada le interesan las especies compartidas. Al final tendremos que entender que el recurso está o no disponible para todos los habitantes del globo o para ninguno, así la soberbia nos lleve a creer que nada importa nuestra acción en el contexto mundial. 

Por estos días el Comité Ejecutivo de Pesca está definiendo el concepto técnico sobre el cual el Ministerio de Agricultura fijará las cuotas de pesca para el 2021, entre ellas la del Atún, confiamos en que sus integrantes hayan reflexionado profundamente sobre la responsabilidad que tienen no solamente con la presente generación sino con las venideras, sus decisiones deben garantizar el uso racional del recurso pesquero, lo contrario es condenar a estas dos especies a seguir el curso de su extinción de manera irremediable, lo que resulta moralmente injustificable y jurídicamente reprobable.

@ludogomezm - luisdomingosim@gmail.com