Fallos y fallas | El Nuevo Siglo
Viernes, 2 de Octubre de 2020

La protesta puede desaparecer en Colombia, ante el desdén con el que el presidente Duque y su partido valoran la justicia. Desde el momento en que uno de los poderes empezó a investigar ciertas actuaciones de personajes allegados a esas toldas, se armaron verdaderos batallones de francotiradores que con sus “Esmad-escopetas 12” y demás armamento, quieren dejar coja nuestra democracia.

Una tutela, ese milagroso mecanismo que nació con la Constitución del 91, le aplicó valiente freno a las pretensiones del alto gobierno para impedir que la gente mirara las injusticias y atropellos. La soberbia, el orgullo y los humos enfurecen a los gobernantes, cuando la crítica los toca. Esa la razón para que sean tan fastidiosas las protestas. 

La Corte Suprema de Justicia se atrevió a defender a una población que con paciencia ha soportado el maltrato y la discriminación. Por ello salió cartel en mano a las calles. Hubo desde luego, infiltrados de parte y parte, muertos, heridos, torturados y desaparecidos.

Esto elevó la arrogancia de los militantes de la mano firme y el corazón grande. El oído Jefe de Estado estuvo a punto de hacer explosión, ante las atronadoras consejas de sus más cercanos. La crisis no había llegado, hasta cuando se recibió en Casa de Nari, un fallo de la CSJ ordenando al Ministro de Defensa pedir perdón por los abusos y excesos de la fuerza de la policía en el paro nacional del 2019. El enfurecido funcionario, quiso burlar la orden y echó mano a una actuación similar de meses anteriores.

Duque respaldó a su ministro y lanzó una perentoria advertencia a la Corte advirtiendo que “los fallos se acatan -lo cual no había ocurrido- pero las fallas se discuten”. Quería así, eludir el mandato.

Curioso que un egresado de la Sergio Arboleda actúe de esta manera. Duque salió de la Escuela de Derecho que fundaron el doctor Rodrigo Noguera Laborde, exministro y catedrático de tantas universidades; Álvaro Gómez Hurtado, maestro como ninguno; Raimundo Emiliani, Álvaro Leyva y Gabriel Melo, grandes defensores de los derechos constitucionales. El educador de muchas generaciones se fijó la labor de rescatar el derecho y la jurisprudencia, que habían caído a las “facultades de garaje”. Él, con Gómez Hurtado, se dio a la tarea de formar juristas, profesionales cultos y humanistas, propósito que conserva el hijo del primero, Rodrigo Noguera, actual rector.

Parece que los propósitos de los insignes fundadores de la Sergio no han cobijado al egresado Iván Duque, quién desconoce hoy el respeto que un jurista de semejante centro debe profesar, defender y proyectar. Gran enseñanza habría entregado a su pueblo, con un simple gesto de respeto por la ley, la Corte y las tres ramas del poder que aún existen en Colombia. Señor Presidente: la ley es dura, pero es la ley.

BLANCO: Biden ganó. Trump estaba desconcertado, demacrado, desconcentrado y despistado. No le salió la burla.

NEGRO: Increíble que se haya recibido el “puente acordeón”. Que desastre.