¿Perú corrige el rumbo? | El Nuevo Siglo
Viernes, 8 de Octubre de 2021

* Cambio forzado en gobierno Castillo

* La izquierda radical sale del gabinete

 

Tras haber asumido el 28 de julio, el equipo de gobierno del presidente de Perú, Pedro Castillo, ya fue objeto de un remezón de marca mayor. Haber designado un primer gabinete marcado por una izquierda radical y contestataria no le funcionó y esta semana se vio obligado a remover a varios de esos ministros polémicos por sus propuestas o cuestionados por su pasado.

Si bien Castillo se enorgullece de su origen campesino y su desempeño como maestro de escuela, activista de la izquierda y, según sus críticos, cierta admiración por Sendero Luminoso, precisamente por tener vínculos de vieja data con ese grupo terrorista debieron renunciar algunos de sus ministros y altos funcionarios. De hecho, el titular de la cartera de Trabajo militó en dicha organización criminal que sacudió al país en los años 90. Cuando se anunció su nombramiento hubo no solo un fuerte impacto en la ciudadanía inca, sino una suerte de escalofrío en el sector empresarial, que de improviso se topó con un reconocido enemigo de la propiedad privada.

Igual ocurrió el pasado miércoles con Guido Bellido. El principal dirigente del ala más extrema del partido de izquierda radical Perú Libre debió renunciar a su cargo de presidente del Consejo de Ministros. Fue evidente que su dimisión se dio por exigencia del gobernante con la idea de tranquilizar al sector empresarial y a las bancadas más centristas y moderadas del Congreso. Castillo también cambió otros de sus más cercanos funcionarios aduciendo que lo hacía “en favor de la gobernabilidad”.

No le quedaba otra salida al mandatario. Todos los analistas venían advirtiendo que Bellido, reconocido por su retórica incendiaria y su constante confrontación verbal con el Parlamento, e incluso hasta con sus colegas de izquierda, iba rumbo a precipitar un choque de trenes con el Congreso y ello pondría a tambalear al propio gobierno.

Así las cosas, mientras que algunos sectores valoran que el Jefe de Estado inca haya empezado a corregir el rumbo, así fuera de manera forzada, otros señalan que todos esos cambios a menos de tres meses de su posesión extienden un ya de por sí marcado clima de pesimismo y frustración en la población, que no le ve norte claro al Ejecutivo.

Por el momento, es evidente que la designación en el cargo de Bellido de Mirtha Vásquez, expresidenta del Congreso, dirigente del Frente Amplio y experimentada negociadora, cayó como un salvavidas en medio del drama que vive Perú. Es claro que Castillo se equivocó al tratar de dar gusto y amplia participación gubernamental a los sectores políticos extremos que lo acompañaron en su campaña presidencial. Consciente de ese error, la cirugía en su equipo de colaboradores tiene la intención de ganar algo de gobernabilidad, de allí que apueste por perfiles técnicos y de administradores más de que de políticos.

La prensa y los círculos políticos tradicionales coinciden en que moverse más al centro le conviene a Castillo para tranquilizar a los inversionistas, la empresa privada y los mismos trabajadores que temen por la estabilidad laboral si la incertidumbre productiva se ahonda. La oposición ha advertido que la economía, de por sí muy golpeada por la pandemia, está resintiendo la inexperiencia y falta de estabilidad del gobierno.

Pese a la inestabilidad gubernamental de los últimos años, con una sucesión de mandatarios destituidos, renunciados o procesados, es claro que la continuidad de la política económica le permitió a Perú mantenerse a flote. Es claro que el nuevo Gobierno acertó con la ratificación de Julio Velarde como presidente del Banco Central de Reserva (BCR) y la designación en el directorio del Emisor de economistas experimentados, moderados, conocedores de la realidad socio-política del país.

Sin embargo, los cuestionamientos no se detienen. Prueba de ello es la designación como ministro del Interior del abogado Luis Roberto Barranzuela, de Perú Libre, un expolicía en cuya hoja de vida aparecen 837 días de sanciones.

La oposición, la opinión pública y el sector privado siguen inquietos y preocupados por el accidentado arranque del gobierno de izquierda. Por ejemplo, los mercados prendieron alertas luego que Castillo ratificara su propuesta de nacionalizar el gas e implementar otras políticas tan inciertas como polémicas. También es claro que la izquierda radical sigue rondando al mandatario, aunque ahora más desde la sombra.

Habrá que esperar si esta corrección del rumbo en Perú se mantiene y no se limita solo a cambiar unos ministros polémicos por otros. Por ahora, la incertidumbre sigue primando.