Mi hermano… | El Nuevo Siglo
Viernes, 16 de Octubre de 2020

No sé qué significa “mi hermano”. Me imagino que es tomado de la traducción del inglés “brother”. En todo caso no importa mucho, pero si me aterra que esa sea la forma en que es normal que se exprese un gobernante. Crecí en una familia en la cual el respeto, el buen trato, las formalidades y sobre todo la decencia son muy importantes. Recuerdo amigos de mi papá, quienes ejercieron altos cargos públicos en los años 80 y 90, incluso exalcaldes de Bogotá y eran en ese momento y siguen siendo personas íntegras, decentes y sin tacha. Recuerdo que ser funcionario público era sinónimo de ser una persona digna de servirle al Estado y era un honor. Sus condiciones profesionales y personales encajaban con la dignidad que le era encargada. Por supuesto, la anterior descripción ya no tiene nada que ver con el presente. Hoy es todo lo contrario. Entre más ordinario, mal hablado y frondio sea el gobernante, la gente siente más empatía y cercanía con él. Esto, adicional a la normalización del mal trato que caracteriza hoy al “líder”. Esta última característica es un valor agregado.

Ya se vio en redes sociales la forma denigrante e indigna como Claudia López trata a sus subalternos. Pero no pasa nada. Eso hace que sea un ser superior a los demás, con una inteligencia supuestamente prodigiosa en consecuencia mucho mejor hecho que cualquiera de sus gobernados. Yo no compro ese cuento. No vivo de eso ni me deslumbra. Al contrario, sigo apegado y deslumbrado por los valores que recibí en mi familia y que no tienen nada que ver con eso que no comparto y al contario repudio. La decencia y el buen trato son lo más importante. Es inaceptable la forma como humilla a sus funcionarios la alcaldesa.

No sé en qué momento ser inteligentísimo, supuestamente, va en línea con la arrogancia y el mal trato. Sería muy bueno que esto, la decencia y el buen trato, sean parte de la nueva normalidad. Ya que estamos en un momento de la vida de cambios. Qué bueno sería transformarse hacia mejores seres humanos. Nada da derecho a humillar y maltratar. Nada. Eso debe ser absolutamente inaceptable y rechazado por toda la sociedad. No al contrario. Además, tampoco entiendo en qué momento se volvieron venerables los altos funcionarios públicos. Son servidores públicos. Se deben a nosotros a nadie más y viven de lo público, es decir, de lo de todos los que pagamos impuestos. En fin, siempre me inculcaron que la pulcritud es una característica del funcionario público quienes deben ser  personas prolijas.

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La Policía Nacional de Colombia y el cuerpo de agentes de seguridad del Estado no tienen porqué seguir protegiendo la vida, llevando, recogiendo y esperando a todos esos congresistas y alto funcionarios públicos que consideran estas instituciones unos asesinos y que los humillan “sistemáticamente”. No hay derecho y no tenemos porqué pagarlo. ¡Que se defiendan solitos!

@juanfelipereyes@hotmail.com