Bogotá debate su futuro | El Nuevo Siglo
Martes, 22 de Octubre de 2019

Es una verdad de a puño que Bogotá arranca su Metro. Y en este sentido es necesario dilucidar sus verdades, para que el desarrollo integral de ciudad que esta megaobra implica no se vea truncado por cuenta de futuras decisiones políticas. Sumada a esta decisión, el año siguiente es absolutamente clave para marcar el derrotero de la ciudad.

Está en juego, en primer lugar, la garantía de alimentar el sistema circulatorio solo con el cual el Metro, inicial y futuro, puede dar su máxima potencia, como son las troncales complementarias de Transmilenio. El gobierno nacional, en cabeza de la Financiera de Desarrollo Nacional, así lo tiene claro.

El documento Conpes, que es la hoja de ruta y base de la financiación del 70% de la obra del Metro, prevé, según su análisis de beneficio-costo, que el Metro debe contar, sin freno, con tres troncales de Transmilenio nuevas, para lo cual la Nación tiene prevista una financiación del ciento por ciento, como son: Transmilenio de la Avenida Boyacá, tramo Autopista Sur a Calle 26; Transmilenio de la Avenida Ciudad de Cali, tramo Avenida de las Américas, Ciudad Verde Soacha y conexión con Avenida Terreros y Transmilenio de la Avenida 68, desde la Autopista Sur hasta la carrera 7ª.con Calle 100.

Los números dan la certeza. El Metro elevado, con la licitación aprobada, tendrá una capacidad para movilizar setenta mil pasajeros hora-sentido y sumando Transmilenio puede llegar a movilizar hasta cien mil pasajeros hora-sentido. De ahí la importancia de no echar para atrás el avance. Frenar una línea es entrar en la senda que sólo construyó el treinta por ciento del Transmilenio proyectado.

También significa un reto para el gobierno nacional encargado de sustentar los términos de una financiación estatal de esta magnitud. Recordemos que la primera línea del Metro se acerca a los 13 billones de pesos.

En efecto, es en la buena gobernanza o relaciones institucionales con el gobierno de la capital que se asegura el objetivo. Ese que implica reconocer a Bogotá como importante para la Nación, dado su importante aporte económico al país y su impacto poblacional. Hay que explicar a las demás regiones, con toda una serie de argumentos, técnicos incluso, el por qué se están destinando esos recursos a una ciudad en particular con ventajas comparativas para todos y cómo se potencia la inversión.

Otros retos también vienen en camino, que dependerán también del próximo alcalde, como es el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), carta principal dela planificación de la ciudad para los próximos doce años. Menos de dos semanas tiente el Concejo para aprobarlo, de rechazarlo tendría que volver a presentarlo la próxima administración y entraría en nueva formulación la delimitación del uso del suelo, que implicó un estudio largo de tres años y también puede implicar no avanzar en la visión de ciudad, en su estrategia urbanística, como la construcción de vivienda de interés social, la infraestructura vial, las áreas de espacio público y los circuitos ambientales.

Además, como recalcó reciente editorial El Nuevo Siglo, es “imperativo que las administraciones entrantes de la capital del país y su área de influencia extendida comiencen a sentar las bases de una verdadera, estructurada y funcional Ciudad-Región”. Sólo tres razones para votar a conciencia, sin marcha atrás, por el futuro de Bogotá.  

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

uribemariaelisa@gmail.com