Los aristos caleños al poder | El Nuevo Siglo
Sábado, 19 de Octubre de 2019

Bien se sabe (y hasta se tenía por cierto), que “aristos” en griego, significaba “pocos” o, mejor, la “élite” o, si se prefiere, los “elegidos por ser los mejores”. En suma, los mejores dentro de los mejores. Un concepto elitista, sí, pero en el mejor sentido de la palabra, en el más pulcro: el de los principales gracias a su mérito, a su proeza como fruto de su inconmensurable esfuerzo. Los más dedicados, los más estudiosos, los más atletas, los más espirituales, los más talentosos, los más serviciales, en fin, los de resaltar.

Pero ya lo había vaticinado Nietzsche cuando con sentimiento de impotencia y mucho de amargura, describía que la era moderna consistía en entregarle a la mediocridad la capacidad de mando, la dirigencia. En palabras de Ortega y Gasset, la era de unas masas atusas y complacientes con la mediocridad donde al “aristo” se le hace a un lado. Tal y como sucedía en la metáfora de la “Plaza plagada de moscas” del mismo Nietzsche, donde es difícil pensar, profundizar y reflexionar a fondo en las soluciones.

Es en ese espacio, el de las masas inconformes y confundidas, el de las moscas revoloteando sin cesar, en el que los argumentos del mal llamado “oligarca”, “millonario”, “riquito”, empiezan a brillar. Es en el escenario de la mediocridad donde el descalificativo del ancestro (que, por cierto, construyó buena parte de la realidad cotidiana), se saca a relucir para opacar la luz propia del candidato y, si me apuran, la luz más vital, la luz de una candidatura que cuenta con todos los méritos, entre otras razones, porque deliberada y conscientemente escogió la vida del servicio público antes que las comodidades que ofrece la riqueza material.

Esto, tan sólo esto, -vale decir, la búsqueda de la excelencia en el servicio público- debería ser motivo suficiente para votar por Alejandro Eder Garcés a la alcaldía de Cali. Eder se ha convertido en el más claro ejemplo de valentía, de generosidad y de patriotismo que podamos tener en estas elecciones. Eder invita a que las brillantes mentes del sector privado, a que los privilegiados por la vida, a que los afortunados del destino, asuman un rol social mucho más protagónico y allende al de crear riqueza y sostener al Estado.

Lo de Eder, por mérito, por excelencia y por ejemplo, debería ser catalogado como hecho notable. Lo de Eder, en manos de un pueblo inteligente, debería servir para disuadir a las masas de votar por una tal Ospina quien enredado con la justicia muy probablemente perderá su cargo y dejará a la ciudad a la deriva, nuevamente.

*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.

@rpombocajiao