Un escenario político globalizado | El Nuevo Siglo
Sábado, 24 de Octubre de 2020

La globalización y la presencia invasiva de las redes sociales han modificado sustancialmente los escenarios de la política, las estrategias de los sectores en contienda y las técnicas de comunicación con las masas. Las características del debate político han cambiado y con ellas se han entronizado nuevos lenguajes y temas que han ganado audiencia en atemorizadas ciudadanías desbordadas por amenazas que parecen superar sus energías para controlarlas.

La izquierda ha sido especialmente ágil en comprender las exigencias de este nuevo escenario y, ante la parsimonia de sus contendores, con el ejercicio de un activismo maniqueo, ha logrado manipular tópicos que hoy inquietan por igual a la mayoría de los ciudadanos de la Tierra y, crear así, para cada uno de ellos, el espejismo de que el sistema capitalista-propiedad privada y libre empresa-es el único responsable de los males que nos aquejan. Con ese procedimiento de mago circense, no solo intentan relegar al olvido su dogma estatizante y la naturaleza totalitaria de su credo ideológico, sino que les permite incursionar en predios vedados en tiempos de la dictadura del proletariado. Pero no lo hacen sembrando esperanza, sino despertando miedos y sentimientos colectivos de culpabilidad que, según ellos, solo pueden conjurarse por expiación de los pueblos.

Y lo han hecho, además, al amparo del más inusitado desinterés de los sectores afectos a la institucionalidad democrática, que parecen no haber reparado en el proceso que se surte ante sus ojos. Semejan más unos desinteresados espectadores que colectividades responsables de su misión de comprender los retos y aportar soluciones a los problemas que se suscitan en toda sociedad. En todos los temas, el activismo de izquierda persigue convencer que no es político, aunque su oculta finalidad sea el derrumbe del régimen que se impuso a la dictadura del proletariado.

En los tiempos que corren, el mundo se halla conectado en tiempo real, lo que ha favorecido al socialismo, organizado internacionalmente aún antes de la revolución bolchevique, mientras que los partidos de centro y de derecha tienen dificultades para abandonar sus cascarones nacionales y locales, insuficientes ante las realidades de la globalización. Todo ello ha permitido la apropiación por la izquierda de temas que le habían sido incompatibles, y que hoy intenta hacerlos suyos, Derechos Humanos y Ambientales, cuyos caracteres de protección y conservación son inherentes al régimen democrático de propiedad privada y libre empresa. El socialismo pretende cultivar el resentimiento o, cuando menos la indiferencia por el sistema de libertades, para culminar su tarea. Estimula el odio entre sectores de las sociedades y polariza la política para que nadie quepa entre los extremos. Por ello, propicia el olvido de la memoria histórica de los pueblos y se esfuerza por demeritar sus tradiciones para debilitar sus identidades e incitar a la violencia para tramitar diferencias debidamente alimentadas.

Ese también es el escenario en Colombia. El Gobierno debe entenderlo y la ciudadanía comprenderlo. Se requiere autoridad en la legalidad, porque de ellas dependen las libertades, la paz y nuestro futuro.. 

   

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