Ay Chavela | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Noviembre de 2018

Está en cartelera el magnífico documental “Chavela Vargas”. Una hora y media de canciones e historias sobre la dolorosa, sufrida, y a veces feliz vida de la gran Chavela Vargas. Cantante, actriz y sobre todo mujer en toda la extensión de la palabra. Brava, indómita, tierna, fuerte y fragil al tiempo.

Chavela fue una mujer fuera de su tiempo que siempre se supo diferente y asumió su diferencia. Desde niña la tildaron de rebelde, cuando en realidad no lo era. Solo quería ser aceptada tal como era. No se resignó nunca a la obligación social de ser lo que no era. Su familia fue la primera que la abandonó. Su padre la rechazó y su madre se negó a quererla. Y no hay peores padres que unos malos padres.

Era mexicana aunque había nacido en Costa Rica, el peor lugar del mundo decía ella. Y ante esa contradicción, alguna vez respondió con esa irreverencia tan suya: “Pues sepa usted que los mexicanos nacemos donde se nos da la real gana”. Se convirtió en la mejor intérprete de José Alfredo Jiménez con una voz desgarrada que transmitía puro sentimiento.

Martirio, la cantante española, dijo alguna vez que ir a un concierto de Chavela era como una sesión de sicoanálisis. Era tal el sentimiento que transmitía que al final el espectador salía como vacío de dolores, con la seguridad de que era posible vivir a pesar de los desamores, del abandono y con la siempre posible existencia de una nueva esperanza.

En Bogotá tuvimos el placer de verla gracias a Fanny Mikey que la trajo para el concierto de la feria del libro en 2004. Ahí apareció con el andar lento de su edad para ubicarse en medio de dos guitarristas. Enfundada en un poncho mexicano rojo, la cabeza contra el pecho oyendo los acordes de las guitarras, de pronto levantó lentamente la cabeza, abrió sus brazos, extendió sus enormes manos y tronó “tómate esta botella conmigo (…)” con una fuerza y un sentimiento que nada tenían que ver con los 85 años que por entonces contaba.

Sara Baras, la bellísima bailaora flamenca salió al escenario, forrado su cuerpo en un vestido blanco que marcaba sus formas perfectas y doña Chavela dijo algo así como que a ella le tocaba como con el tequila, solo pasar saliva. Dejó el trago, pero nunca las mujeres. Por eso la Comunidad LGTBI de México la reconoce como su gran norte y ejemplo. Nunca fue manifestante pero siempre defendió su condición y la ejerció discreta, pero nunca oculta.

 

Ella, un mito del lesbianismo que en el documental reconoce amores con Ava Gardner, Frida Kahlo y algunas de las esposas de los importantes de México ha coincidido en la cartelera nacional, llenando los teatros, con Freddie Mercury, ese otro mito de la Comunidad.

Sorprende ver los teatros llenos de toda esa gente que reza y vota contra la “ideología de género” y el rayo homosexualizador y emociona ver como se quedan en silencio al final de las películas y luego irrumpen en aplausos. Si como aplauden, educaran, harían un mundo mejor.

@Quinternatte