No por ahora | El Nuevo Siglo
Jueves, 8 de Noviembre de 2018

PRETENDER buscar parte del faltante presupuestal en el bolsillo roto de los más pobres del país es una quimera.

Más bien, Gobierno haría bien en aplazar trámite de reforma tributaria hasta que las aguas se calmen.

Ni la nación ni la economía están en consideración de soportar por ahora una nueva catarata impositiva.

El ambiente está agitado e incierto por cuenta de eventual nueva reforma tributaria. En promedio, una cada dos años en última década.

El Minhacienda y bancadas en el Congreso deberían convocar la sensatez y acordar un compás de espera para el proyecto gubernamental tributario.

Primero el desayuno. Antes de encarecer canasta familiar con aumento del IVA, debería negociarse el alza del salario mínimo para 2019.

Y como parece ineludible una mayor carga de impuestos al grueso de contribuyentes, pues empresarios y Ejecutivo tienen el compromiso social de ser generosos con el aumento salarial para 2 millones de trabajadores.

No debe ignorarse que el salario mínimo sirve de base a la mayoría de patronos para remunerar por ejemplo, jardineros, empleadas domésticas y oficios varios.

El mínimo en Colombia lo perciben alrededor de 8 millones de trabajadores. La mayoría carecen de primas y seguridad social. Un 35 a 40% se benefician del Sisbén.

Así las cosas, después de concertarse un ajuste justo y digno del salario mínimo para el próximo año, quedaría despejado el camino para tramitar en Cámara y Senado la hoy inoportuna reforma tributaria.

Lo que no debe hacer el Gobierno es borrar de un brochazo el aumento salarial.

Si es aprobada la reforma de impuestos tal como lo consideran Gobierno y grupos políticos partidarios en el Congreso, el alza del mínimo quedará valiendo huevo.

Lo que realmente causará el IVA será comerse ingreso de trabajadores.

Quitarles algo así como 30 mil pesos mensuales a consumidores es un abuso.

Y habrá consecuencias: se resentirá aún más el consumo. Se impactará al alza la inflación. Crecerán informalidad y deserción educativa. Seguirán deterioradas ventas y facturación en comercio.

Se enredará devolución del IVA a pobres.

Será aún más difícil bancarizar y crear ahorro.

Al bajar aún más la capacidad de compra, la economía seguirá creciendo modestamente.

El acceso al crédito bancario de las familias pobres seguirá siendo limitado.

Frentes como viajes, hotelería y turismo sentirán el impacto negativo del IVA.

Emprendimiento del que tanto hace alarde este Gobierno será muy duro debido a escasez de fuentes propias de financiamiento.

Familias con ingresos entre 2 y 2,5 millones de pesos, de ninguna manera, deben catalogarse como nueva rica. ¡Qué absurdo!

La sugerencia entonces es salir a buscar 14 billones de pesos que le faltan al presupuesto general en otro lado. No en la alcancía pobre de los trabajadores.

El Presidente Duque faltó a su palabra. Lo dijo a cuatro vientos: no más impuestos, no mayores tarifas impositivas.

Le ocurrió lo mismo que a su antecesor: mintieron en campaña. Y eso le choca a la gente.