Kalliman y Solín | El Nuevo Siglo
Martes, 12 de Noviembre de 2019

“Gobiernos no pueden sostenerse contra FF.AA.”

En la familia se relata una vieja historia en la que un cliente de un restaurante intenta pagar la cuenta con una tarjeta de crédito que al pasarla le es rechazada por el sistema, intenta con otra e igualmente se la rechazan e igual pasa con una tercera. Con cara de digno mira al mesero y le pregunta que si puede pagar con cheque. El cuento lo mencionaban para ilustrarnos sobre el crédito y la confianza que merece una persona a partir de sus ejecutorias.

Al renunciado (¿o depuesto?) presidente de Bolivia le acaba de pasar una situación parecida. Ante la evidencia del fraude electoral ocurrido en las últimas elecciones, en las que sorpresivamente pasó de perdedor a ganador y sin segunda vuelta, solicitó la realización de unas nuevas elecciones. Como en el cuento del cliente, al mesero, en este caso a los factores de poder boliviano, no les pareció que Evo Morales tuviera un crédito confiable como para que organizara otras elecciones.

A partir de ahí empezaron una serie de protestas ciudadanas en las que, según denuncia el exmandatario, Mesa y Camacho (dirigentes opositores), al mejor estilo mafioso, ordenaron incendiar las viviendas de los familiares de Evo Morales, ocurrió el autoacuartelamiento de la Policía Nacional y finalmente la “respetuosa sugerencia” del Comandante del Ejército para que dejara el cargo.

Es una historia suficientemente conocida en el planeta. Los gobiernos pueden sostenerse contra el pueblo, contra los resultados económicos y contra todos los opositores, pero jamás en contra de las FF.AA. El mejor ejemplo actual y cercano es el de Venezuela. Lo único que sostiene ese gobierno es el apoyo de las Fuerzas Armadas que dirige un General que, paradójicamente para un gobierno acusado de mafioso, es de apellido Padrino.

Ahora la discusión que polarizará esta Surámerica ya polarizada es si la renuncia de Evo Morales es eso, o es un golpe de estado. Si fuera derecho laboral, cualquier Juez apreciaría que esa renuncia es solo aparente y en realidad constituye un despido indirecto, pues sin el respaldo de las FF.AA y con la “sugerencia” de dejar el cargo que le hizo el comandante del Ejército, era imposible mantenerse en el cargo. De modo que eso es un golpe de estado.

Habrá otros que optarán por la tesis de la falta de legitimidad de Morales. Al haberse comprobado por los veedores internacionales el fraude en las últimas elecciones, el Presidente carecía de legitimidad, por tanto la actuación de las FF.AA. no sería ilícita sino perfectamente constitucional para el restablecimiento de la legalidad. Sería un bello precedente si aplicara para todas las situaciones similares. Pero mucho me temo que es un mero espejismo y que las FF.AA. latinoamericanas no se van a dedicar ahora a restablecer legitimidades políticas en sus respectivos países.     

En todo caso no importaron los resultados económicos favorables de Evo Morales para Bolivia, según las cifras publicadas por la “Deutsche Welle”, durante los 14 años que duró su gobierno, pesó más la manipulación de las elecciones para que el General Kalliman decidiera dejarlo como a su inseparable amigo del viejo cómic. Solín, solín.

@Quinternatte