Millenialls decepcionados de política y democracia | El Nuevo Siglo
Sábado, 28 de Noviembre de 2020

* Los más inconformes y antisistema de la historia

* Conclusiones de excepcional estudio de Cambridge

 

Los millenialls, ese singular y complejo grupo poblacional de personas que nacieron entre 1981 y 1996, son antipolíticos, antisistema y la generación más inconforme, crítica y descontenta con la democracia respecto de todas las que los antecedieron: Generación X (1965-1980), los “Baby boomers” (1945-1964) y la Generación de entreguerras (1913-1944).

Marcados por la desilusión, rebeldía, crispación, ira y pesimismo, los millenialls son grandes protagonistas de la polarización y la confrontación, no solo en nuestro país sino en todos los rincones del planeta. Así lo indica “Juventud y satisfacción con la democracia: cómo revertir la desconexión democrática”, un excepcional informe recientemente publicado por el Centro para el Futuro de la Democracia, de la Universidad de Cambridge.

Excepcional porque es producto de una investigación que indagó a 4.8 millones de personas en 160 países y que se realizó entre 1973 y 2020, sin duda la mayor consulta global de todos los tiempos. Frente a sus conclusiones, el director de proyecto, Roberto Foa, no duda en advertir que se está ante la primera generación en la historia reciente del mundo, con entre 20 y 30 años, en su mayoría insatisfecha con la forma en que funciona la democracia.

El motivo principal del desencanto de los millenialls son sus condiciones vida. Verifican fácilmente que son muy inferiores a las que tuvieron sus padres y las generaciones anteriores. Los jóvenes integran el más importante activo humano y, al mismo tiempo, son quienes han tenido que pagar los mayores costos de la crisis económica que vive el mundo desde 2008. Prueba de ello es que el desempleo juvenil triplica en promedio las tasas de desocupación general en varios países. Debido a ello muchos jóvenes tienen que aceptar condiciones laborales precarias: bajos salarios, falta de protección a sus derechos o ingreso a la economía informal. De igual manera, se extiende desde hace varios años en el mundo la llamada “generación ni-ni”, es decir la de los jóvenes que no estudian ni trabajan. Según la Organización Internacional del Trabajo hay cerca de 80 millones de ‘ninis’ en el mundo. Es más, uno de cada cinco hogares hoy en Latinoamérica tiene un integrante de estas características y uno de cada tres jóvenes desempleados ha estado buscando trabajo durante más de un año.

La sensación -confirmada frecuentemente- de estar excluidos de la sociedad así como las incertidumbres y zozobras por la falta de oportunidades y las bajas expectativas de progreso, se traducen en indignación y angustia en estas jóvenes personas.

Según el estudio de Cambridge, durante la década de los 90 la democracia liberal occidental emergió de la Guerra Fría con su legitimidad renovada, mientras que en América Latina, África Subsahariana y Asia Oriental el tránsito de dictaduras a democracias hizo creer que con elecciones competitivas multipartidistas habría más participación cívica y nuevas oportunidades para resolver antiguos problemas como la corrupción, la fragilidad del Estado, el atraso de infraestructura y la debilidad de los sistemas de bienestar. Hoy la democracia como panacea del desarrollo está en cuestionamiento debido al peso de las crisis financieras y de los fracasos de muchos gobiernos para enfrentar problemas persistentes y graves, como la criminalidad, la falta de transparencia o la ineficiencia estatal. Es decepción facilita el surgimiento del populismo.

Otro dato interesante que arroja el informe es que la furia y el encono que impulsan la polarización tienen que ver con el sistema electoral, hecho protuberante en países con sistemas mayoritarios que crean ganadores y perdedores recurrentes. Como ocurre por estos tiempos en Colombia, no hay mesura ni tregua para combatir al adversario político. Los motivos de inconformidad, así como las respuestas y reacciones, se esparcen y multiplican rápida y ampliamente a través de las redes sociales, una constante en acciones violentas en nuestro país, Chile, Estados Unidos, Hong Kong y en muchas otras naciones de todos los continentes.

Las sociedades políticamente más satisfechas son aquellas en las que las instituciones son transparentes, receptivas y libres de corrupción, mientras que la satisfacción con la democracia es mínima en países caracterizados por la inestabilidad política y el conflicto. La satisfacción cae de todas maneras en democracias maduras: Estados Unidos, Brasil, Reino Unido y Sudáfrica… El estudio lo atribuye a que las instituciones democráticas no alcanzan los resultados que más importan para su legitimidad, transparencia y probidad. Tampoco responden a los anhelos de la gente, ni logran garantías de seguridad económica y financiera o la mejora del nivel de vida de la mayoría de la población.

La conclusión obvia es que el problema no son los jóvenes sino las instituciones. La confianza en la democracia se evapora por la ineptitud de los mandatos elegidos democráticamente para implementar una agenda grande, que incluye economía, lucha contra el crimen y la violencia, refugiados y cambio climático. Los millenialls se alejan y pierde el mundo el aporte de toda una generación fundamental para el avance de las actividades que sustentan el progreso. También se pierde su participación en la política. Esos son, sin duda, los costos principales de la crisis. Una crisis que anuncia y que reclama poderosos vientos de cambio.