¿Hacia un espiral inflacionario? | El Nuevo Siglo
Domingo, 28 de Noviembre de 2021

* Nubarrones en la economía mundial

* La inflación, el peor de los impuestos

 

La junta directiva del Banco de la República, en su última reunión, fijo en tres por ciento la meta de inflación para el año entrante. Es un objetivo ambicioso y exigente, pero acorde con las circunstancias del momento. En efecto, en lo corrido de octubre de 2020 al mismo mes de 2021 se ha producido un aumento de precios en el país del cuatro y medio por ciento. Por tanto, no será nada fácil que este incremento se ajuste a la severa meta señalada por el Banco de la República para 2022. En todo caso, hay que intentarlo con decisión. Nada resultaría más nocivo para la economía y la tranquilidad social que, no solo se pierdan las metas, sino se diera un espiral inflacionario.

De hecho, el contexto internacional no luce para nada halagüeño al respecto. Estados Unidos anunció recientemente su inflación acumulada para el último año en 6,2%: el incremento más alto registrado en las últimas tres décadas. Ante esto, se espera que próximamente la Reserva Federal empiece a ajustar la política monetaria expansiva que puso en marcha de antídoto contra los estragos económicos y sociales de la pandemia. En tal sentido, un grupo de senadores demócratas, muy preocupados con el rumbo que está tomando la ruta inflacionaria, está presionando al presidente Biden para que tome medidas más contundentes. Consideran que si esta tendencia se consolida la suerte política del partido de gobierno estaría gravemente comprometida.

Bajo esta perspectiva, la carestía se está convirtiendo pues en el gran tema político en los Estados Unidos. En especial, a raíz de la cruda afectación que está sufriendo la economía familiar de cuenta, a no dudarlo, del peor de los impuestos: la inflación. Y que también parecería estar cobrando, en parte muy considerable, el desplome del primer mandatario norteamericano en las encuestas.

La misma preocupación cunde en Europa. Tanto el Banco Europeo como los bancos centrales de todos los países de la Unión Europea, están arriando velas en las políticas expansionistas que pusieron en marcha cuando estalló la pandemia del coronavirus. Los tipos de interés de los bancos centrales se están elevando presurosamente en toda Europa -de la misma manera que lo viene haciendo el Banco de la República en Colombia ya en dos ocasiones en las últimas semanas - para combatir de modo los brotes inflacionarios que comienzan a observarse por doquier.

Bien es sabido, de otro lado, que los costos de todas las materias primas siguen al alza al mismo tiempo que se agudiza el desabastecimiento de algunos elementos cruciales en la producción mundial. La reactivación de la economía global ha jalonado un ascenso dramático en la demanda por combustibles y el transporte internacional. De suyo, estos precios vienen presentando aumentos inéditos. El gas natural ha crecido casi por cuatro e, igualmente, el importe de la gasolina muestra cifras inusitadas. Otro tanto viene sucediendo con los fletes del comercio planetario, que ante la escasez de contenedores y de cupos en los buques de carga, muestran subidas nunca vistas de hasta diez veces con relación a las cotizaciones que registraban hace unos meses. Todo lo cual arrastra, asimismo, valores insospechados en las cadenas de suministros.

En esa medida, las mechas de las bombas de tiempo inflacionarias están prendidas e irán estallando en el globo a lo largo del 2022. De allí que los ojos del orbe estén concentrados en los cambios que empiezan a observarse en los bancos centrales del mundo. En suma, estamos pasando de una drástica época de recesión, en las primeras etapas de la pandemia, a otra de inflación una vez se dieron los pasos hacia una reactivación por vía de la expansión monetaria. En tanto, sigue siendo una incógnita cuáles serán los efectos sobre la economía de la nueva variante del coronavirus descubierta en Sudáfrica (ómicron) y que tiene todas las alarmas globales encendidas, mientras en Europa el último pico infeccioso de la variante delta continúa sin ceder y en Colombia la meseta comienza a modificarse.  

Es dentro de este contexto que en pocos días semanas se iniciarán las discusiones del salario mínimo para el año entrante en el país. Hay que actuar equilibradamente. Recordemos, frente a las agudas evidencias inflacionarias que se vislumbran, que cualquiera sea la política que se adopte la más regresiva de todas es agudizar la carestía. Porque se empobrece a los más débiles y enriquece a los más pudientes. Por eso la mejor política social es mantener a raya la inflación. Tal es el desafío para los meses venideros.