¿Armonía Ejecutivo y Legislativo? | El Nuevo Siglo
Sábado, 1 de Diciembre de 2018

Quienes nos interesamos por la vida del país hemos estado pendientes de lo que sucede; ya van casi cuatro meses desde cuando estamos estrenando un nuevo Presidente a quien le deseamos, mejor expresados le deseo, los mayores y mejores éxitos en su gestión. Este deseo no tiene que ver con haber votado o no por él, sino que es sencillamente una manifestación de supervivencia nacional. Si a un Presidente le va bien, naturalmente nos va bien a todos.  Este deseo no ha tenido mengua alguna con los acontecimientos de los cuales el gobierno actual ha sido actor que no es precisamente lo que más se desea para el bienestar de la nación.

Da la impresión que existe una cierta falta de comunicación entre el equipo ministerial y el Presidente; es una manera de entender y expresar los tropiezos que se han tenido en el manejo de las relaciones con el Congreso en lo que se relaciona con la acogida que las iniciativas gubernamentales le ha sido puestas a su consideración. No pareciera que los ministros hayan puesto en conocimiento del Presidente lo que le han propuesto al Congreso, ni que éste se entienda con el Ejecutivo. La primera hipótesis suena  absurda pues los ministros son subalternos y mal pueden comportarse como ruedas sueltas sin crear la sensación de falta de liderazgo.

Naturalmente son ramas del poder independientes una de otra, lo cual no significa que no se entiendan; por el contrario, una que es el ejecutor de sus políticas y de las que emanan del poder legislativo deben ir de la mano y entenderse aun en las discrepancias. Dicen los que se ocupan de estos temas que la intransigencia del Presidente en no darles a probar la mermelada de este gobierno para que sepan a qué sabe,  es uno de los factores  que mantiene a los parlamentarios un poco reacios a entender los deseos del ejecutivo y que éste no se ha preocupado lo suficiente para hacerse entender.

El famoso proyecto de ley que ha dado en llamarse el del IVA, ha tenido una triste agonía. Aumentar este gravamen de 0 a 18% para el consumo de bienes de consumo universal pero de efectos nocivos para la economía de los más necesitados, es despropósito, aunque desde el punto de vista teórico es conveniente que todos participemos en las expensas del gobierno. El ministro encargado de defender su proyecto no tuvo los alientos necesarios para convencer a la rama legislativa de la bondad de su iniciativa y tuvo que desistir. A la fecha lo que se sabe es que habrá una reforma tributaria con otro nombre que trata de resolver, parece que parcialmente, las necesidades del gobierno el próximo año. Lo más probable es que el país no se acaba. Los expertos en el manejo  financiero sabrán cómo manejar la situación, porque uno es el déficit presupuestal que es distinto a  otros en forma notable. ¿Los depósitos inamovibles del gobierno nacional en los bancos podrán servir?