La reforma de plastilina | El Nuevo Siglo
Domingo, 9 de Diciembre de 2018

Como sucede con las masas de plastilina dejadas a la imaginación de los niños, éstas van cambiando de forma a medida que los juegos infantiles avanzan.

Así ha sucedido con la Reforma Tributaria o Ley de Financiamiento que deberá ser aprobada por el Congreso la semana entrante. Fue cambiando de forma a medida que avanzaban las deliberaciones de las comisiones económicas conjuntas, sin que allí se notara ningún liderazgo gubernamental importante. Como se requería tratándose de asunto tan importante.

Es paradójico constatar que una ley cuyo recaudo en 2019 debía ser al menos de $14 billones apenas recogerá, según ha trascendido, $7.5 billones; con lo cual de todas maneras habrá que hacer un recorte en los capítulos sociales del presupuesto del año entrante de por lo menos $ 6.5 billones, que era justamente lo que se quería evitar.

¿Por qué llegamos a tan menesterosa conclusión?

En primer lugar, porque el Gobierno, que nunca tuvo listo este proyecto de ley sino que lo fue construyendo a golpes de anuncios “homeopáticos” a lo largo de las semanas a partir del 7 de agosto, incurrió en la inexcusable ingenuidad de creer que el país iba a aceptar un brusco aumento del 0% al 18% a todo el componente de alimentos básicos. Esto no sucedió así. Y al retirar el IVA a la canasta familiar se tuvo que abandonar una iniciativa que proveía el 80% de los recaudos esperados con esta reforma.

Los intentos por compensar semejante hueco resultaron infructuosos. En un momento dado, siempre con la improvisación proverbial, se dijo que con un IVA presuntivo que se cobraría a las personas más adineradas se podría compensar al menos gran parte de lo que se estaba sacrificando al entregar la bandera del IVA generalizado al 18% a los alimentos básicos. Vana ilusión. A las pocas horas de haber sido anunciado a los cuatro vientos, el IVA presuntivo tuvo que retirarse pues se descubrió que legalmente no era viable.

Y así siguió la fiesta de la plastilina. Anunciando hoy una fórmula mágica para retirarla mañana.

Todos los observadores serios como Fedesarrollo y Anif coinciden en que vendrán nuevas reformas tributarias, pues ésta maltrecha iniciativa no resuelve nada de fondo.

Si bien es cierto contiene algunas tibias y graduales iniciativas animadas en el buen propósito de reactivar la economía, está plagada de exenciones y privilegios tributarios muchos de ellos costosísimos (su costo se estima en más de $10 millones, o sea superior a lo que se va a recaudar); y cuya factura en términos de costos fiscales nos llegará inexorablemente.

Se reestablece un oneroso impuesto al patrimonio del 1.5% sin ninguna progresividad para los patrimonios mayores de $5.000.000.000. Esta tarifa borra con el codo lo que se había intentado en otros apartes de la reforma para estimular el ahorro y avanzar hacia una mayor progresividad en la estructura tributaria del país

Hemos llegado, pues, con esta Reforma de la plastilina a una situación paradójica: se necesitaban $14 billones para equilibrar el presupuesto del año entrante y apenas se recaudarán $7.5 billones. Con lo cual habrá de todas maneras que efectuar recortes al presupuesto del año entrante por $6.5 billones, principalmente en las áreas de inversión social, que había sido la justificación inicial del proyecto.

El resultado no puede ser más melancólico. Esta reforma de la plastilina se recodará en la historia fiscal del país como una de las más desafortunadas.

 

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El fallecimiento de Belisario Betancur le deja un gran vacío al país. Pero su vida plena y fructífera le deja también grandes enseñanzas.

Creyó en la paz, en la democracia como ejercicio de convivencia; en la cultura.
Como él mismo lo dijo: "Si no fuí el mejor presidente sí creo haber sido el mejor expresidente". Y, sin duda, lo fue. Siempre miró a Colombia "cara a cara" como tituló uno de sus libros. Y así nos enseñó a mirarla. Esa es la gran enseñanza que nos deja.