Necesitamos líderes frescos | El Nuevo Siglo
Sábado, 15 de Diciembre de 2018

Excelente el libro del prestigioso académico Hernando Roa Suárez y excelente también el prólogo del Procurador General de la Nación, Fernando Carrillo Flórez. La magnífica obra se titula “El liderazgo político, análisis de casos”.

Carlyle sostenía: “Así como la geografía abrupta y accidentada termina con la cumbre de las montañas gigantescas, así los pueblos resumen su historia con la biografía extraordinaria de los titanes de la humanidad que todo lo transformaron con sus luchas fenomenales”.

Y es que los caudillos con sus rebeldías insólitas, liderando mesiánicamente a sus pueblos, violaron instituciones rutinarias, atropellaron castas dominantes y como huracanes impusieron constituciones y costumbres, destruyeron supersticiones e iniquidades, pensaron, iluminaron, devastaron, rehicieron, como impulsados por una fuerza ignota y sobrenatural, y es claro, las víctimas fueron incontables e ilustres, enormes los escombros, sin tasa las injusticias. Las transformaciones profundas las logran los caudillos imponiendo ideas innovadoras. Bolívar, Mosquera, Núñez, entre otros, marcaron para siempre la historia de Colombia. Otros líderes hemos tenido de mucha importancia en el país y en el mundo, como lo recuerda en su libro Hernando Roa Suárez.

Plutarco en su historia de grandes figuras de la antigüedad destaca no solo lo luminoso de estos egregios combatientes, sino también sus partes oscuras y sus flaquezas como seres humanos.

Sostiene en el prólogo el Dr. Carrillo Flórez ideas de vivo interés. Veamos: “Liderazgo y política son dos palabras que van unidas. Porque se es líder para transformar la realidad, aprender del pasado y construir un mejor futuro, que permita bienestar, paz y progreso para las mayorías… Colombia tiene un déficit de líderes y una apremiante necesidad de consolidación de la democracia…”. Comenta igualmente el procurador Dr. Carrillo Flórez asuntos reales de dolorosa trascendencia como son la corrupción, la desigualdad y tantas enfermedades que tiene crucificado al pueblo entero.

A pesar de los mil problemas que sacuden a Colombia se impone una situación. Me refiero a la fortaleza de sus instituciones democráticas. Claro que con vicios asqueantes. Pero no obstante la galopante deshonestidad, el mal uso que con frecuencia se hace de las redes sociales, la “peor de las democracias es preferible a la mejor de las dictaduras”.

Colombia  necesita de “nuevos líderes”, como anota el progresista Dr. Carrillo Flórez. Si la perversidad maquiavélica llega a prevalecer, podríamos tener, ¡no lo quiera Dios! una “democracia fallida”. Siete países en el Nuevo continente han sufrido gobiernos con modelos catastróficos. Cuba, Nicaragua, Venezuela, Chile, Brasil, Bolivia, Argentina.

La desesperación popular, la exasperante inequidad, el altísimo costo de la vida, el monopolio de todos los privilegios por parte unas minorías arrogantes, la ceguera de líderes, inferiores al momento histórico que se vive, nos puede conducir al fracaso. Ya pasó con la Alcaldía de Bogotá. La división de la derecha permitió que tres alcaldes, con un 34% de la votación, ganaran el gobierno distrital. Muchos líderes nuestros, de todos los partidos y grupos se han burocratizado. Las mieles de fugaces triunfos los extraviaron. El país requiere un timonazo moral.