Por inocentes | El Nuevo Siglo
Lunes, 28 de Diciembre de 2020

Llegó el 28 de diciembre y no ocurrió, nadie salió a decir: “pásenla por inocentes”. No. El 2020 no fue una inocentada, fue el año que cambió para siempre el rumbo y la vida de toda una generación. Un virus, un microorganismo imperceptible a la vista, puso en jaque a la humanidad. Comparada con otras pandemias esta no ha sido tan devastadora, realmente. La peste negra, la viruela o la gripe española fueron aún más letales en su momento. El problema es que nos tocó a nosotros.

Y no es sólo que nos hayan encerrado y nos hayan alejado. Es que justo pegó por donde más le duele a nuestro mundo. El covid-19 llegó y la cultura de masas tambaleó.  Desde la Revolución Industrial hasta hoy, que es poco tiempo para la historia de la humanidad, el mundo occidental construyó una manera de producir, de consumir y de vivir, basada en el comportamiento simultáneo de millones de personas.

Todos los días millones de personas hacen las mismas cosas, al mismo tiempo. Millones se desplazan a trabajar en grandes fábricas, en enormes centros comerciales y en grandes complejos empresariales. Millones viven apilados en estrechos rascacielos, millones transitan por las calles abarrotadas de las grandes ciudades, millones se desplazan en sistemas de transporte masivo y millones se congregan en espectáculos gigantes. Ni qué decir de los dos mil millones de toneladas de basura que se producen diariamente, solo en Bogotá aportamos más de 6.000 toneladas al día.

Todo se cuenta por millones, la pobreza también. Para el 2021 se esperan 150 millones de personas en pobreza extrema, gente que se las apaña para vivir con menos de 2 dólares al día. Nuestro mundo, este mismo que hemos construido a la justa medida de nuestra ambición, es complicado y, sobre todo, apiñuscado. Y aunque sabemos que esta manera de vivir es insostenible, lo cierto es que así nos gusta. Qué inocentes. Todo lo queremos hacer al tiempo y juntos, ese es el eje de nuestro sistema y es justo allí donde pega tan duro la pandemia. Estar tan juntos y tan cerca es lo que nos hace tan vulnerables frente al covid-19.

La mala noticia es que la pandemia no se va a ir pronto y la otra mala noticia es que luego vendrán otras. Todo parece indicar que mientras los virus, sus mutaciones y las vacunas se persiguen mutuamente, como el coyote al correcaminos; la humanidad tendrá que ir inventando otras maneras de ser, estar y hacer las cosas juntos, pero no tan cerca.

En Colombia, por lo pronto, el balance de este primer simulacro pandémico no estuvo tan mal. Ya sumamos más de 41.000 muertes y es terrible, pero a estas alturas se esperaban cientos de miles si no se hubieran implementado las medidas de protección. Los expertos dicen que es solo el ensayo general, vendrán más. Aunque nos neguemos a aceptar que el mundo como lo conocemos cambiará, cambiará.  Nadie va a estar ahí para decir: “pásenla por inocentes”.

@tatianaduplat