La guerra asimétrica | El Nuevo Siglo
Domingo, 24 de Febrero de 2013

*De la pesadilla a un nuevo orden

*Conquistar la paz

 

En  un país que lleva más de medio siglo en conflicto armado es evidente que las causas del mismo no son solo ideológicas, tienen que ver con el atraso, en una nación cuya infraestructura es deficiente y casi inexistente en el 70 por ciento del territorio. Esa carencia de un sistema de comunicación en zonas de la periferia habría podido significar la pérdida de tan valiosa geografía, de no ser porque nuestros vecinos no han tenido la voluntad geopolítica de apoderarse de esas inmensas praderas, valles y selvas en donde se encuentra hoy gran parte de la riqueza aurífera más cuantiosa de nuestra región.

La inexistencia del Estado en espacios donde cabrían varios pequeños países centroamericanos o europeos ha determinado un desarrollo desigual y la aparición de dos Colombias, una en las urbes y la otra  que aún sigue en el siglo XVIII o XIX. En este último lugar prevalece la ley del más fuerte, la ley del revólver.  Y allí la violencia ha sido una consecuencia de un medio en donde el orden y la ley no aplican. El que tenga alguna duda le recomendamos que se lea una novela maravillosa escrita por José Eustasio Rivera, La Vorágine. Esa violencia endémica la toleró y la resistió el país en cuanto no tenía progresión devastadora, dado que carecía de recursos bélicos para amenazar a las ciudades más pobladas y distantes. Todo cambia desde el momento en el cual un personaje sanguinario, que había pertenecido a las guerrillas liberales de su época,  es invitado a viajar a Europa oriental, donde impera el sistema comunista, y lo entrenan en la guerra terrorista; se trata de Manuel Marulanda Vélez, más conocido como “Tirofijo”.

Ese personaje legendario es el que intenta establecer un sistema de  repúblicas independientes armadas en la zona de Marquetalia y hacia el Huila y Caquetá. Las noticias de repúblicas independientes que se estaban formando en el país las recibe el jefe conservador Álvaro Gómez mediante un periódico de la juventud comunista con un mapa en donde en un círculo rojo se relacionaban los lugares  en donde comienza a imperar ese proyecto de utopía comunista, según la interpretación de “Tirofijo”.

Esa denuncia que se hace en el periódico El Siglo y en el Congreso de la República estremece a la opinión pública puesto que estaba reciente el efecto del triunfo de la revolución de Fidel Castro en Cuba, situación que conmueve al presidente Guillermo León Valencia, quien prepara la contraofensiva para desalojar de esos territorios patrios a los subversivos.  La Operación Laso, como se tituló la empresa militar destinada a estrangular ese foco de elementos armados que pretendían segregar una parte del país, logró sacarlos de momento de ese territorio, pero “Tirofijo” rompió el cerco y se trasladó a otras zonas en la profundidad de la selva.

A partir de entonces el conflicto armado sigue manteniendo el flujo y reflujo de los ataques militares y los consiguientes atentados terroristas de las Farc. En esa estrategia de tierra arrasada la guerrilla destruye puentes, dinamita carreteras e intenta aislar las zonas de la periferia que controlan, contribuyendo aún más al atraso del país. Por si fuera poco minan diversas zonas, en las que no solamente caen los soldados muertos, malheridos o lisiados, sino labriegos humildes y la población civil inerme. Sería incuantificable llegar a un monto real de los inmensos daños que causan al país, impidiendo que se desarrollen esas regiones donde hoy se encuentra gran parte de la riqueza aurífera y de las mayores posibilidades agrícolas de la Nación.

Guerra tan prolongada casi que no tiene antecedentes en la historia. Se habla de la Guerra de los Cien Años, de la Guerra de las Rosas en Europa, sin que caigamos en la cuenta de que una guerra tan larga no se puede prolongar sin algún respaldo de los moradores de esa zona. En cierta forma un antecedente bélico de esa naturaleza lo podríamos encontrar en la lucha de varios siglos que libraron árabes con españoles en la península ibérica, hasta que Fernando de Aragón y la reina de Castilla, Isabel La Católica resolvieron a utilizar todas las energías y recursos para expulsar a los árabes de su territorio. Cuando en ese tiempo el imperio más próspero de Europa era el de Córdoba, que entre otras cosas vivía de la agricultura, el pastoreo, el ganado y el comercio. Esa guerra fue tan larga porque había unos vasos comunicantes entre ambos bandos que decidían que no fuera del todo negocio ganar la guerra para ninguno de los dos, fuera de una coexistencia pacífica que hubo entre los seguidores de Cristo y los de Mahoma.

Por la estructura del Estado en Colombia se repite esa situación que se dio en España pero con distintas circunstancias y complicidades que determinan la prolongación del conflicto armado. La España de los reyes católicos que consigue la paz y unifica su territorio, al poco tiempo se convierte en potencia mundial. Pensemos por un instante en la liberación y la oportunidad histórica que tendría Colombia si el Gobierno Nacional consiguiera una paz con dignidad y el desarme de todos los grupos subversivos.