Lo que viene sucediendo con las normas sobre regalías hace recordar la historia de Penélope, quién esperando el retorno de su marido Odiseo hacía y deshacía una tela indefinidamente.
Hace algún tiempo hicimos un dispendioso cambio a la ley de regalías dándole más recursos a las regiones no productoras de recursos no renovables, y menos a las regiones donde está ubicada geográficamente la explotación del recurso no renovable.
Esto fue lo que el exministro Echeverry denominó en su momento “esparcir mejor la mermelada en toda la tostada nacional”, expresión que terminó convirtiéndose inexactamente en sinónimo de corrupción parlamentaria.
Aquella reforma se apoyaba en una lógica muy sólida: la explotación de un recurso no renovable no se hace solo gracias al lugar geográfico donde está ubicado el recurso, que finalmente es fruto del azar, sino por el esfuerzo y ahorro de todo el país. De todos los colombianos.
Cuando se explota un pozo petrolero, pongamos por caso, no se hace solamente porque esté ubicado en tal o cual región sino gracias al ahorro y al esfuerzo de Ecopetrol que, solo o asociado con terceros, hace posible sacar el recurso no renovable a la superficie y comercializarlo.
Por eso la justicia reclama que el producido de ese esfuerzo nacional se haga a lo largo de todo el territorio nacional (la famosa tostada), y no solamente en provecho predominante de las entidades territoriales a las que les cupo en suerte acoger en su geografía la reserva del recurso no renovable, sea crudo, gas, oro, carbón o cualquier otro mineral.
Ahora parece que en desarrollo de una promesa de campaña del Presidente Duque se decidió deshacer la tela de Penélope, y comenzar de nuevo.
Se acaba de aprobar en el cuarto de ocho debates una nueva reforma constitucional que vuelve las cosas al estado anterior, es decir, que las regiones productoras recibirán de nuevo más regalías.
En efecto, las regiones productoras que hoy reciben 11,2% pasan al 25% de las regalías, al paso que la participación de las regiones no productoras permanece inalterada.
¿Cómo se financia la mejora de las regiones productoras? Sustrayéndole una tajada significativa al fondo de pensiones de las entidades territoriales que se nutre con parte de las regalías y que pasa del 22,5% al 4,5%. Un ahorro importante se transforma en gasto.
En buen romance: se le da gusto a las regiones productoras pues se restablece su mayor participación, las no productoras quedan en su plata, pero el fondo de pensiones de las entidades territoriales queda en los huesos.
Grave costo el que se asume para dar desarrollo a la promesa electoral del entonces candidato Duque. El fondo de pensiones de las entidades territoriales (que nadie defiende ahora por supuesto pues no tiene doliente) queda desprovisto de su más importante fuente de recursos.
Cuando vengan las crisis en los departamentos y municipios que no habrá de demorar, cuando éstos se vean en dificultades para cubrir las mesadas pensionales a su cargo, cosa que pueden no tardar mucho, nadie se acordará entonces que el origen del problema se gestó en una promesa electoral que derivó a deshacer la tela de las regalías, penosamente tejida, como lo hacía Penélope.