El 1 de Termidor de Gustavo Petro | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Julio de 2024

La agenda subversiva del régimen del Pacto Histórico está en su esplendor. La renovación de la legislatura del día de hoy está expuesta como nunca a la presión con la cual el líder del ejecutivo actual quiere imponer sus reformas. La apelación incesante del presidente a un supuestamente infalible “poder constituyente” no ha sido sino una excusa para movilizar y convocar a las “fuerzas del cambio” con el fin de extorsionar y chantajear a la ciudadanía y los demás poderes públicos desafecta o reacia a sus tesis, y así buscarla doblegar.

La movilización contra la Corte Suprema de Justicia para la elección de una fiscal adicta a su causa; la implementación por decreto de medidas a favor de su reforma pensional y de salud; la insistencia en supuestos diálogos de paz con cuanto grupo terrorista exista en el país; y hasta la imposición de un rector en la Universidad Nacional de Colombia que favorezca sus tesis revolucionarias, son uno entre varios de los repertorios de poder con las que Petro quiere llevar hasta las últimas consecuencias sus delirios.

Hoy como nunca, la neolengua macondiana del presidente y sus áulicos sostendrán, contra toda evidencia, que de lo único que son culpables es de querer realizar la íntima voluntad y deseo de cambio del pueblo colombiano, así este les espeté en la cara su rechazo o los desvirtué con su indiferencia. Hábiles como nunca en negar la realidad o alterarla, dirán que las luminosas cumbres de “la potencia mundial de vida” no son tarea de un día, ni un mes, ni un año, ni una década si quiera, por lo que la inseguridad y la recesión no son producto de su programa socialista sino consecuencia de la secular negativa y oposición de las “mafias de ultraderecha” al cambio (ósea, revolución).

Para un neurótico como Petro, la legalidad le es particularmente irritante, aún incluso cuando se ampara en las tesis redistribucionistas, confiscatorias y expoliadoras de la riqueza que promueve el Estado Social de Derecho de la constitución actual. Y ello es así porque la constitución vigente le exige a Petro compartir con sus rivales políticos el usufructo de las voraces rentas del Estado que esquilman incesantemente a los empresarios y trabajadores colombianos. De manera que, si pudiese prescindir de tan incomodos aliados, así sea desprestigiando a una porción de los mismos como los que le sabotean su agenda en el Congreso de la República, no dudara el presidente, como no de hecho no lo ha dudado hasta ahora, de consagrarse a deshacerse de tal obstáculo.

El calendario revolucionario del líder del Pacto Histórico marca que un día como hoy, el 1 de Termidor, se aboque a suspender la legalidad a fuer de supuestamente reinventarla con el “poder constituyente”. Así lo viene anunciando con su nuevo ministro del Interior. Así lo hará con su futura formula para Procurador General de la Nación. Y así lo seguirá haciendo a través de los milicianos de la compañía “Carlos Pizarro Leongómez” o más conocida como la bancada del Pacto Histórico.

Mientras tanto, Petro en su megalomanía seguirá sosteniendo que el irá con su agenda de gobierno hasta donde el pueblo se lo permita, así ese mismo pueblo le diga que se vaya y no haga sino contarle los días que lleven al final de su mandato. Ya decía Marx en “El 18 de Brumario de Luis Bonaparte”, que las revoluciones “parece que sólo derriban a su adversario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vuelva a levantarse más gigantesco frente a ellas”: la revolución de Petro en Colombia no será una excepción.