Siento necesidad hacer eco a tema de suprema importancia, tocado el domingo pasado por el brillante escritor P. Rafael de Brigard, en este gran diario capitalino (04-06-17).“Políticos Católicos” fue el tema oportuno y urgente, tratado por ese solícito pastor de almas y apreciado comunicador. Desde los tiempos de S. Agustín (354-430), en su “Ciudad de Dios”, se viene reclamando como deber del cristianismo, que, con diligencia y convicción, ofrezca su contenido doctrinal al servicio de la humanidad para su progreso y avance social. Es precio que, con costumbres limpias, preparación técnica y visión en los diversos frentes, se ponga este pensamiento al servicio de lo mejor para bien de la humanidad.
No se trata de teocracia o gobierno de la dirigencia religiosa, pero sí que los directivos formen laicos para que asuman el puesto que les corresponde, y que, con su vida, sus ideas y servicios, impregnen de bien, y encaucen las comunidades en forma organizada y eficiente. En documentos eclesiales como el Decreto del Vaticano II “Apostolicam Actuositatem,” (18-11-65), y la Instrucción Post-sinodal “Chisti Fideles Laici”, de S. Juan Pablo II (20-12-1988), se señalan los deberes del laicado católico.
La Iglesia Católica, lo mismo que todas las confesiones cristianas, y todas las religiones, deben velar por el respeto a las personas y su vida, por las sanas y saludables costumbres morales, por la dignidad de la familia basada en el convivir según orden natural entre hombre y mujer. Pero no es solo con prohibiciones, sino urgiendo los aspectos positivos que hay en la promoción y respeto de esos valores. Al lado de ello, y su indispensable defensa, sigue el contenido ilimite de enseñanzas para ponerlos en práctica. Allí están la “Rerum Novarum” de León XIII, ”la “Populorum Progressio” de Paulo VI (25-08-67), la “Laborem Exercens” (14-09-81), y “Centesimus Annus” de Juan Paulo II (01-05-91), la “Laudato Sí” del Papa Francisco (24-05-15).
En el conocimiento y empeño para que esa amplia y salvífica doctrina se ponga al servicio de la humanidad, es el llamado de escritos oportunos y urgentes, como el que ha motivado esta reflexión. Que todo ésto sea tenido en cuenta y se ponga en marcha, que toque vivamente la conciencia de directivos y laicos, con resultados que se vean y lleven al bien general y a la paz que anhelamos. Se han tenido positivas experiencias, en el pasado, en Italia con la Democracia Cristiana, así como en Chile, en Venezuela, y en Polonia. Han decrecido por fallas de personas y partidos, como en toda obra humana, siendo las principales la falta de sólida formación, falta de unidad con la Jerarquía y estimuló de ella, corrupción de la política que ha llegado a contaminar esas dignas causas, falta de preparación para participar en esas lides, y el poderío absorbente de partidos dominantes.
Es urgente el llamado respetuoso a la Jerarquía Católica para efectiva puesta en marcha de programas de formación de laicos para la política, con definido reconocimiento de la misión propia de ellos en esas lides. Igualmente a las Universidades y Movimientos de orientación católica y cristiana, para que impulsen programas bien fundamentados en esa línea de formación en política.
Es preciso, además, superar el complejo que se trata de sembrar en los católicos de que sus postulados son anticuados, “retardatarios, inaceptables en países “constitucionalmente laicos”, como falsamente quieren ubicar a Colombia. Al momento se pretende desprestigiar y silenciar a los cristianos de las diversas confesiones, y a todo líder religioso, y se busca exaltar a quienes han convertido al ateismo en una especia de religión para ellos, que quieren difundir implantar en nuestro País. Ante ello, que promovamos con decidido empeño, sin complejos, como servicio a Colombia, políticos católicos que en su vida y en su acción den fundamento a una patria mejor.
*Obispo Emérito de Garzón
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