Democracia y partidos políticos
La política consiste precisamente en disponer de las decisiones adecuadas para que un determinado conglomerado social pueda avanzar en progreso y prosperidad, de manera incluyente de todas las personas, beneficiando íntegramente a la población y no solamente a unos pocos.
La democracia es el escenario político por excelencia para que ese debate pueda darse y todos los ciudadanos participen en la toma de tales decisiones. Los partidos políticos son el instrumento para elevar a programas dichas alternativas e implementarlas en el eventual ejercicio del poder. Sin partidos políticos fuertes y actuantes no puede haber democracia. Los partidos políticos deben canalizar las reflexiones y las acciones para el mejoramiento de la vida ciudadana; son las instituciones fundamentales del juego democrático. Su esencia verdadera es presentar programas a la población y tener la vocación de llegar al poder para implementarlos, no para darle cargos y ocupación a sus miembros, ni para garantizarles la permanencia en los puestos públicos, sino para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de una nación. Lo ideal es que existan varios partidos que presenten diferentes propuestas y alternativas a los ciudadanos sobre lo que ha de ser su destino.
Por todo ello sorprende que un partido político desista de su vocación de llegar al poder y se limite a buscar alianzas con otras fuerzas políticas para que sean ellas quienes accedan al ejercicio del poder y a la implementación de sus programas. Si bien esto puede darle a los que en un momento dado regentan el gobierno de un partido réditos temporales presupuestales y burocráticos, a la larga no se obtiene cosa distinta que deslegitimar el partido y negarle su razón de ser, su aptitud de ser alternativa de poder en el debate democrático.
El Partido Conservador ha sido una fuerza trascendental en el desarrollo de la patria y en el forjamiento de la historia republicana de Colombia. De allí han surgido importantes programas que han delimitado la vida de los colombianos y grandes líderes que los han implementado. Ojalá que ese pasado histórico estimule a sus miembros a querer seguir siendo una alternativa de solución a los problemas que debe resolver la sociedad para obtener un futuro mejor y más próspero, ahora que se aproxima el espacio de convención que ha de señalar su próximo destino.
Confundirse en otras fuerzas políticas, sin presentar sus propias alternativas para la visión del futuro colombiano, con sus propios líderes, por el mero afán de conservar espacios burocráticos, no producirá otro efecto que continuar la marcha, amortajado hacia su propio funeral.